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El aire del gimnasio principal huele a goma, tiza y esfuerzo acumulado. A estas horas, la mayoría de los alumnos ya están en sus dormitorios, pero la Clase A ha pedido permiso para quedarse un poco más. Preparan exhibiciones para el Festival Deportivo y están nerviosos. Yo estoy en la grada, con la tablet apoyada en las rodillas y una carpeta llena de evaluaciones. Llevo todo el día revisando protocolos de seguridad y planificando simulacros, y ya tengo los ojos cansados. Bajo la mirada cuando escucho su voz.
—Cinco minutos más —dice Aizawa Shōta desde la pista, con el tono justo para cortar cualquier queja.
Los chicos obedecen. No gritan, no protestan. Es curioso cómo con él las cosas van por el carril sin que haga falta subir el volumen. Se mueve con esa calma suya que parece parsimonia hasta que hace falta reaccionar.
Present Mic me ve en la grada y me saluda con exageración. Le respondo con la mano y vuelvo a lo mío. Estoy terminando de cerrar la lista de materiales de primeros auxilios. El Festival siempre es un circo: familias, prensa, espontáneos, imitadores de héroes, niños perdidos, lesiones pequeñas, alguna grande. Este año he ampliado el número de puestos de atención rápida y he colocado a dos alumnos de Apoyo en cada esquina. Cuando termine, tengo que pasar por el edificio C a comprobar las salidas de emergencia. Y después: reunión con el claustro para revisar contingencias.
—(Nombre) —me llama Aizawa, que ya está subiendo la escalera de la grada.
Levanto la cabeza. Lleva el pelo recogido sin mucho esmero, el jersey negro con pelotillas y la mirada de siempre, entre cansada y atenta.
—Han sido diez —le digo—. Te has ablandado.
—Estoy seleccionando mis batallas —responde, y se sienta a mi lado, un escalón más abajo.
Los chicos terminan la tanda. Momo recoge materiales, Midoriya toma notas sin parar, Bakugou se queja en voz alta de algo que no entiendo, Uraraka intenta poner paz con una sonrisa.
—¿Cómo los ves? —pregunto.
—Capaces —dice—. Pero un poco acelerados.
—Normal —apunto en la tablet—. He puesto tres puestos nuevos de agua y fruta para evitar mareos. Y he cambiado la señalización del pasillo oeste. Se perdían todos.