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Mi vida era una mierda. Desde que nací he tenido que satisfacer los deseos egoístas de mi padre por el simple hecho de ser un éxito en su experimento. Después de acostarse varias veces con mi madre, logró obtener a un hijo como yo que tuviera los quirks de ellos dos, y por culpa de eso, me entrenó para llegar a ser lo que él nunca ha sido: el héroe número 1.
Yo no quería ser el número 1, solo quería ser un héroe que pudiera ayudar a los demás, pero no me importaba ser el 1, el 2 o incluso el 10. Además... tampoco quería acabar cómo muchas veces me había imaginado... Casándome con una chica que no conocía de nada. Pero cómo no, esa pesadilla se había hecho realidad.
Días antes de que entrara en la academia de héroes, mi padre me presentó a (Nombre) Yuzuriha, mi prometida. Una chica que debía admitir era muy hermosa, pero que no me interesaba para nada. No me iba a casar con alguien que había elegido mi padre solo para que nuestros hijos salieran cómo él quería; y mucho menos me iba a casar con alguien que no conocía ni amaba.
La boda, al parecer, se haría una vez acabáramos la escuela y nos graduáramos. Que pocas ganas tenía de que ese día llegase...
Lo peor era que... ¡Ella estaba en mi clase! En la 1-A... ¿Por qué? ¿Por qué demonios había acabado en la misma escuela y en la misma clase que yo? ¿Tan buena sería con su quirk? Que también debía admitir que era bastante asombroso, pues manipulaba la gravedad a su antojo, haciendo que algunas cosas se hicieran muy pesadas o ligeras, incluido sus cuerpos y el de los demás. Pero eso no quitaba el hecho de que me desagrada la idea de estar con ella. No nos habíamos llevado bien desde el primer momento que nos conocimos, al parecer ella tampoco quería casarse conmigo y eso hacía que nos mirásemos con desagrado.
Pero un día todo aquello cambió... Estábamos en el descanso entre clases, hablando con nuestros amigos. Yo estaba con Izuku, Uraraka e Iida, pero no veía a (Nombre) por ninguna parte, hasta que la vi entrar a clase con los ojos rojos e hinchados.
Uraraka al verla se acercó a ella preocupada y le dijo algo que no pude escuchar, pero no obtuvo respuesta, solo un abrazo por parte de ella. La chica correspondió, llevándola a fuera de la clase al escuchar sus sollozos, seguidas por las demás chicas.
Yo me quedé mirando la puerta sorprendido. Jamás la había visto tan vulnerable. Siempre había pensado que era una mujer fuerte y segura, no pensé que alguien o algo le haría llorar tanto. Además... La curiosidad me estaba matando... Tanto que después de clases, cuando estuvo sola, la llevé a un sitio a parte. Ella me miró confundida y con una mueca de desagrado.
