¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
(Nombre) miró a su amigo y compañero de clase, Fumikage Tokoyami. Estaba sentado en su asiento, rodeado de sus amigos. Suspiró mordiéndose el labio. ¿Desde cuándo sentía aquello? ¿Desde cuándo se había enamorado de él? Porqué si, estaba enamorada de aquella persona, y sentía que fue desde aquella vez que le ayudó a estudiar inglés, pues ella era muy mala en esa asignatura. Si... Seguramente fue desde ese día, cuando apareció uno de sus peores enemigos en su cuarto: una araña. (Nombre) saltó de la silla y se abrazó a su amigo en el momento que vio al arácnido encima de la mesa.
El chico le calmó con una caricia en el pelo y tomó la araña para luego sacarla por la ventana, dejándola en la pared exterior de la habitación. La chica le miró avergonzada y asombrada, pues en ese momento, cuando el tocó su cabeza para tranquilizarla, sintió un tornado en su estómago. Hasta pensó que tenía que ir al baño, pero se dio cuenta que se debía a otra sensación. Se había enamorado de él.
Desde entonces, pasaba las noches pensando en él, en cómo sería besarle, porqué no tenía ni idea de cómo sería, pero estaba segura qué le gustaría con simplemente sentir su tacto.
Cada vez que estaba a su lado se sentía tan feliz y cómoda, que no quería separarse de él en todo el día, pero por desgracia, no vivían juntos. ¿Cómo sería vivir con él? Ya se lo podía imaginar:
«Ella preparando el desayuno para darle una sorpresa hermosa a su novio -porqué si, en sus historias mentales se imaginaba que eran novios-, para segundos después sentir unos brazos envolverse en su cintura y un suave beso en su hombro.
— Buenos días, cariño — susurró en su oreja, acariciando con su pico.
— Buenos días, cielo — sonrió mientras seguía preparando tortitas.
No obstante, el chico apagó el fuego y comenzó a besar su cuello lentamente. (Nombre) soltó suspiros y cerró los ojos disfrutando al máximo la sensación.
— No quiero tortitas para desayunar, prefiero comer otra cosa — la chica se estremeció al sentir el palpitante y erecto pe-»
— ¡(Nombre)! — la castaña saltó de su asiento del susto al escuchar la voz de su amiga.
Miró a su alrededor, complemente aturdida. Había estado soñando despierta, y encima en medio de la clase. Por suerte nadie se dio cuenta a excepción de sus amigas, quienes le miraron con una expresión confundida y preocupada.
