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Una chica de cabello rubio y ojos color rojo como el rubí se encontraba andando junto a su hermano, Katsuki Bakugo, en dirección a la UA, la escuela de héroes en la que ambos estaban matriculados. (Nombre) miró hacia su hermano y éste la miró a ella con su típica expresión de querer matar a todo el mundo.
— ¿Qué pasa fea? — soltó sin dejar de lado su expresión de mal humor.
Su hermana negó con la cabeza y volvió a mirar al frente.
— No es nada, solo estaba pensando en mis cosas, nada importante.
El rubio la miró por un momento sin llegar a creerse del todo sus palabras, pero lo dejó pasar y miró al frente también, siguiendo su camino junto a su hermana, hasta que llegaron a su destino. Una vez en frente de la UA ambos rubios se metieron dentro del edificio y si dirigieron a su respectiva aula, la clase 1-A.
Una vez dentro la chica vio a un cierto pelirrojo hablando con un rubio y un pelinegro. (Nombre) le dio su bolsa a su hermano y, sin dejar que se queje, salió corriendo hacia dicho pelirrojo para lanzarse en su espalda en un abrazo. Éste se asustó tanto que notó como casi se le salía el corazón.
Se giró hacia la persona que le estaba abrazando y vio a (Nombre) con una sonrisa radiante, la cual se le pegó.
— Buenos días, Kiri — dijo para después depositar un beso en la mejilla del chico, quién se sonrojó.
— Buenos días, (Nombre) — contestó con una sonrisa mientras le revolvía el cabello con suavidad.
— ¿A mi no me das un beso? — preguntó Kaminari haciendo un puchero fingido. La rubia rió y se acercó a él para darle un beso en la mejilla, al igual que Sero.
Los cuatro se tensaron al notar un aura oscura detrás de ellos. Cuando se giraron vieron a un Katsuki soltando explosiones en una mano mientras que con la otra sujetaba el bolso de su hermana.
— ¡Como sigáis tocando a mi hermana os mataré! — amenazó gritando.
La rubia rió y se dirigió a su hermano para darle un abrazo, calmándole, por lo que todos en la clase se sorprendieron al ver a la bestia siendo domada. Katsuki abrazó a su hermana de forma protectora y gruñó a los chicos que tenía delante en señal de que no se acercaran o estarían muertos.