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Un cierto albino de ojos azules se encontraba tumbado en la cama mirando al techo. Killua, que ahora tenía unos 17 años, miró a la chica que dormía a su lado. Sonrió y le acarició la mejilla dulcemente, recordando el día que la conoció, hace tres años atrás.
"Caminaba por las calles de aquel pueblo aburrido sin saber que hacer hasta que escuchó la voz de una chica gritar. Corrió hacia donde procedía dicha voz y se encontró a una chica que aparentaba tener su edad siendo agarrada del cabello por un hombre más mayor que ella, a la vez que era rodeada por otros cuatro hombres.
— P-perdóneme p-por favor... — suplicó la chica llorando. — L-le prometo q-que le traeré el d-dinero mañana... — vio como cerraba fuertemente los ojos debido a un estirón en su cabello.
— Cállate. Llevas una semana de retraso y me estoy cansando. Recuerda que si no fuera por nosotros ya estarías muerta de hambre.
La tiró al suelo con fuerza. Los cinco hombres se acercaron con intenciones de golpearla, pero Killua los paró.
— Dejadla en paz — se acercó a ellos con seriedad.
Miraron al albino con una ceja alzada y se echaron a reir.
— ¿O si no qué? Ni que un crío como tú pue-
No pudo terminar la frase, pues en un rápido movimiento el chico había 'desaparecido' por unos segundos para después encontrarse detrás de aquel hombre con un corazón en la mano. Éste cayó al suelo sin vida y sangrando por el pecho, dejando atónitos a los otros cuatro hombres y a la chica.
El albino se giró hacia ellos con una mirada fría y una sonrisa escalofriante mientras con sus afiladas uñas estrujaba el corazón de aquel hombre, destrozándolo.
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La piel de los agresores se erizó debido al terror que sentían al ver la mirada de aquel muchacho que tan inocente parecía. Killua se acercó a ellos lentamente mirándolos de manera amenazante.
— Si volvéis a hacerle algo a esta chica u otra persona sufriréis el mismo destino que ese tipo de ahí — dijo señalando con la cabeza al cuerpo sin vida del hombre que minutos antes estaba agrediendo a aquella chica, quién miraba a Killua sorprendida.
Los hombres salieron corriendo completamente aterrorizados mientras juraban no volver a hacerle daño a nadie más. El albino relajó su expresión y volvió a 'ocultar' sus uñas. Se giró hacia la chica y se acercó a ella. Ésta retrocedió un poco, pero se quedó quieta al ver su mirada, la cual transmitía ternura y confianza.
— ¿Te han hecho mucho daño? — ella negó confundida y pensando en si ese chico era de fiar a pesar de que le había salvado la vida. — Mi nombre es Killua Zoldyck, no te haré nada, tranquila — le dedicó una amplia sonrisa mostrando sus dientes, sonrojando un poco a la chica.
— Y-yo soy (Nombre)... — susurró.
— (Nombre)... Es un nombre muy bonito — la chica se sonrojó más."
Después de ese día el albino le dijo que podía quedarse con él, ya que ella le había dicho que no tenía familia ni amigos y que si sobrevivía era debido a que trabajaba para esos hombres. Ambos comenzaron un nuevo viaje juntos, fortaleciendo su relación. Él le había enseñado técnicas para que pudiera defenderse y la verdad es que aprendía rápido.
El tiempo fue pasando y la relación de ellos iba cambiando, hasta el día en el que ambos declararon sus sentimientos, convirtiéndose en novios.
— ¿Qué piensas? — dijo (Nombre) somnolienta mientras se restregaba los ojos con cansancio.
El chico sonrió y la abrazó para acercarla más a él.
— Estaba recordando el día que te conocí — acarició su mejilla quitando un pequeño mechón castaño y poniéndolo detrás de su oreja. — Ese día cambió mucho mi vida, pues conocí a la que sería el amor de mi vida.
La chica se sonrojó y sonrió, juntando su frente con la de él.
— Si, y la mía también. ¿Quién iba a decir que acabaría enamorándome de mi salvador? ¿Y que además sería mi maestro de defensa personal? — sonrieron y se miraron a los ojos como bobos. — Gracias a ti sé hacer cosas que jamás había pensado aprender, solo me falta aprobar el examen de cazador para así poder alcanzarte algún día.
— Si es que lo consigues — el chico le sacó la lengua, haciendo reír a su novia.
— Los alumnos deben superar al maestro — la chica puso una cara gatuna, imitando a su novio.
— Ey, esa es mi cara.
— Si — ahora fue ella quien le sacó la lengua.
El albino se puso encima de ella rápidamente, ignorando el hecho de que ambos estaban desnudos, y comenzó a hacerle cosquillas.
— P-para K-Killua — comenzó a reírse intentando zafarse de su novio.
Éste no obedeció y siguió con lo que estaba haciendo hasta que sintió los labios de ella contra los suyos, dejándolo atónito y son un sonrojo. La chica sonrió y tocó la nariz de él con un dedo.
— Sé cómo hacerte parar.
— Y también cómo encenderme — dijo para después volver a juntar sus labios con los de ella, mientras sus manos recorrían su cintura lentamente.
No obstante, fueron interrumpidos por sus amigos.
— ¡Dejad de ser unos conejos y dormiros! ¡Mañana hay que madrugar y yo estoy cansado! — gritó Leorio molesto y celoso, pues él no tenía a nadie a quien amar.
La pareja se riero y se disculparon. Killua se quitó de encima suya mientras escuchaba como su amigo se volvía a su habitación.
— Pues bueno, nos cortaron el rollo — suspiró desanimado el albino.
— Si, pero ya tendremos otra oportunidad.
La chica besó dulcemente a su novio y se acomodó en su pecho para dormir, al igual que él, que la abrazó con una sonrisa.
— Buenas noches, (Nombre), te amo.
— Yo también te amo Killua, buenas noches — besó los labios de él y se volvió a acomodar en su pecho con una sonrisa.
Ambos cerraron los ojos y se durmieron tranquilamente, al mismo tiempo que el albino volvía a recordar todos los momentos que pasaron juntos.
