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Beelzemon miró aquella escena con una sensación de ira en su interior incrementando a cada segundo. Su chica estaba hablando con otro chico y, lo que era peor, él siempre miraba a los labios de ella, como si tuviera ganas de besarlos. Lo que no sabía era que tenía novio y no era uno normal, que va, era sádico y muy protector. Él no sabía en que problema se había metido.
El Digimon se acercó a ellos en el momento que notó como él se acercaba a ella y le acariciaba el brazo con una sonrisa, confundiendo a la chica, la cual sintió un escalofrío al escuchar la inconfundible voz de su pareja.
— Aléjate de ella o te hago un agujero en el cráneo — demandó mirando al chico con una mirada furiosa que lo intimidó, pero no se dejó llevar.
— ¿Ah, si? No creo que seas ca-
No pudo terminar la frase, pues un balazo fue directo hasta su frente, haciendo un agujero en su cráneo, tal y como había avisado Beelzemon. (Nombre) lo miró asustada, pero excitada, pues por alguna razón seguía estando con él a pesar de lo loco que se ponía cuando le hablaban otros chicos; y esa razón era que ella era muy masoquista. Le encantaba esa mirada furiosa.
— Como otro degenerado se te acerque no lo mataré, sino más bien le cortaré los dedos uno a uno, después los huevos y la polla por intentar algo con mi novia, y le haré todo tipo de torturas que harán que su mente se nuble y deje de pensar, en ese momento lo mataré.
La chica se mordió el labio sintiéndose un poco mal por el chico, pues no sabía que ella tenía novio y no era alguien muy normal, que digamos. No obstante, estaba acostumbrada y sabía que era lo que venía ahora. La mejor parte de todas.
Beelzemon la atrajo a él abrazando su cintura con un brazo y le miró con una mirada seria.
— ¿Entendido? — la chica asintió como respuesta.
La cogió en brazos y la llevó hasta su habitación. Una vez allí la dejó caer sobre la cama y le miró de arriba a abajo. (Nombre) se estremeció ante esa mirada y se mordió el interior de su mejilla al sentir las caricias de él sobre una de sus piernas.
— Prepárate para ser castigada. Te dije que no dejases que coquetearan contigo — gruñó para segundos después atar sus manos a la cama.
