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Una chica de cabellos blanquecinos y ojos rojizos miraba con admiración a un rubio de ojos verdes, el cual se encontraba enseñando unas técnicas a su valet Tieze. Suspiró como toda una enamorada, sin perder de vista los movimientos con la espada de aquel chico que le quitaba el sueño.
— Si tanto te gusta ve a hablar con él en vez de comerlo con la mirada — se sorprendió al escuchar la voz de su mejor amigo Kirito.
— Sabes que no es tan fácil... — susurró viendo como el pelinegro se sentaba a su lado en el césped. — Seremos buenos amigos, pero... No estoy preparada para declarar mis sentimientos, él siente algo por...
— ¿Alice? — (Nombre) asintió desviando la mirada con tristeza.
— No lo sabes bien. Es cierto que ella es muy importante para él, pero ¿quién garantiza que no sienta algo por ti?
— No quiero hacerme ilusiones... — la chica miró al rubio, quien se reía junto a la pelirroja. — No conozco bien sus sentimientos, pero no quiero a arriesgarme a perderle...
Kirito no dijo nada más, pues notó como la voz de su amiga se le quebraba en cada palabra. Posicionó su mano en su cabellera blanquecina y apoyó la cabeza de ella en su hombro, al mismo tiempo que acariciaba su cabello.
— Sabes que puedes contar conmigo cuando estés más. Ya te dije que eres como una hermana para mí — la chica sonrió y lo abrazó.
— Gracias por todo, Kirito.
Los dos se abrazaron con la intención de calmar las ganas de llorar de (Nombre), sin darse cuenta en ningún momento de que cierto rubio los miraba con celos y dolor.
— ¡Eres muy bueno, Eugeo! — enfatizó la de cabello blanquecinos tras ver una demostración con la espada por parte de su amigo, quien se sonrojó por aquellas palabras.
— N-no es nada del otro mundo — se rascó la nuca avergonzado.
(Nombre) negó con la cabeza y se acercó a él con determinación.
— Eres muy bueno con la espada. Admiro mucho tu forma de moverte con ella, como si fuera parte de tu cuerpo.
— ¿De verdad piensas eso? — preguntó más rojo todavía mientras la miraba a los ojos.