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Suna observó a la chica que dormía a su lado, con un brillo de amor y ternura en sus ojos. Era perfecta para él. Le encantaba lo tierna que era a pesar de que estaba con la boca semiabierta y con un hilo de saliva escurriéndose por sus labios hasta acabar en la almohada. No pudo evitar sonreír de diversión mientras su mano acariciaba su mejilla, pasando un mechón de cabello tras su oreja para así poder observar mejor su rostro.
Era irónico. A pesar de ser la hermana de su mejor amigo no se parecían mucho. Tenía el mismo color de cabello, cierto, pero ella era bastante más bajita -medía 1.60- y su complexión era más fina, pero no llegaba a ser tan delgada; según ella contaba con un poco de carne de más, pero para él su cuerpo era perfecto, no necesitaba cambiar nada, la amaba así como era.
Se había enamorado de ella desde niños. Siempre habían sido muy unidos, junto a Takeo, y eso había hecho que solo tuviese ojos para esa chica tan extrovertida y torpe. Por ello, hacía como unos nueve meses, él había acabado por pedirle que sea su novia, es cierto que tardó bastante, pero mejor tarde que nunca.
Admiró cada detalle de su rostro, recordando ese momento en el que se sintió celosa, pensando que había comenzado a gustarle Yamato, ya que era más bonita que ella y le había dicho un cumplido, cuando él no lo había hecho antes con otra persona que no fuese ella y su hermano.
En ese momento no pudo evitar reír por lo despistada que era, igual que Takeo. No se parecía físicamente, pero si eran bastante iguales en personalidad, en la mayoría de detalles. Una vez dejó de reír, ya que ella se estaba enfadando por burlarse, no esperó ni un segundo en coger sus mejillas y juntar sus labios, susurrándole un "Eres perfecta" sobre estos, haciéndola ruborizar de una manera que le provocó un vuelco al corazón.
La amaba más que a nadie y no se cansaba de demostrárselo; nunca se cansaría de recordarle que para él ella era única, que no había nadie igual o mejor, que dejase de desconfiar de sí misma, ya que lo que le enamoró de ella es su forma de ser, no su físico; y, a pesar de eso, ella era hermosa ante sus ojos, siempre lo había sido a pesar de que ella no estuviese de acuerdo.
También recordó aquel día que hicieron una cita en grupo con las amigas de Yamato, él fue porqué Takeo se lo pidió, pero con la condición de que (Nombre) también iría. El pelinegro obviamente no iba a negarse. Eran novios y él quería mucho a su hermana, así que le hacía ilusión que fuese, después de todo se llevaba bastante bien con su novia.