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— ¡Dejad de tirarle piedras! — gritó una niña de cabellos castaños y de ojos rojos mientras se interponía entre los atacantes y el abusado, recibiendo ella los golpes.
Los demás niños se sorprendieron al ver esa escena, sobre todo Gaara, que estaba en el suelo herido y con los ojos abiertos de la sorpresa.
— Vámonos — dijo uno de los abunsantes y se fueron.
La niña se mordió el labio para aguantar el dolor y se giró hacia el pelirrojo, que la miraba sorprendido.
— ¿Estás bien? — le preguntó con una sonrisa.
— ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me protegiste? Ellos tienen razón... Soy un...
— ¿Monstruo? — el niño asintió. — No es verdad. A mí me pareces un niño normal y corriente, que tengas a esa cosa dentro de ti no te convierte en un monstruo, ya que tú no eres mala persona — le sonrió devuelta, sonrojando un poco al pelirojo.
— Gracias...
— No las des. Por cierto, mi nombre es (Nombre). Siempre he querido ser tu amiga, pero... — se sonrojó y miró al suelo con timidez. — Tenía miedo de que tú no quisieras.
— ¡Si quiero! — gritó de repente Gaara, que se sonrojó al darse cuenta de que lo había dicho con demasiado énfasis. La niña se aguantó la risa, sonrojando muchísimo más al niño. — Q-quiero decir... S-si quiero que seamos amigos.
— ¡Genial!
Le tendió la mano para ayudarle a levantarse. Una vez de pie la miró mejor, fijándose en las heridas que se había hecho por su culpa.
— Perdón.
— No tienes por qué disculparte, yo fui la que se puso en medio, y no me arrepiento de haberlo hecho — Gaara volvió a sonrojarse y no sabía por qué. — Tú estás más herido que yo, vamos a curarte.
Después de aquello se volvieron inseparables. Gaara estaba feliz de tener una amiga que no le viera como un monstruo, pero también le dolía porqué por culpa de eso ella recibía el mismo trato que él...
Unos niños estaban tirando piedras a los dos, diciendo que él era un monstruo y ella una estúpida por protegerle.
El pelirojo se levantó y se puso delante de su amiga, para que no siguiera recibiendo golpes. Le dolía mucho sentir como las piedras rasgaban su piel, pero no quería que (Nombre) siguiera sufriendo aquello.
— Vaya, ahora el monstruo se hace el héroe — los niños se rieron, pero la de cabello castaño lo miraba preocupada.
— Gaara-.
— Si volvéis a hacerle daño os la veréis conmigo — amenazó completamente serio, asustando a los niños, pues tenían miedo que el monstruo de su interior les hiciera algo.
Salieron corriendo, dejando a ambos niños ahí. (Nombre) se levantó de repente al ver como su amigo caía al suelo de rodillas.
— ¡Gaara! — corrió hacia él, quien le sonrió.
— No es nada — se sentó en el suelo y se miró las heridas. — En unos minutos se curarán, así que no te preocupes.
La niña lo miró con los ojos llorosos y se lanzó a abrazarle.
— ¡Tonto! No vuelvas a hacer eso... Me preocupa que salgas demasiado herido...
— A mí me preocupa que salgas tu herida... — susurró correspondiendo al abrazo.
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— ¿Me llamaba, Kazekage? — preguntó una adulta (Nombre).
— Si — se giró hacia a ella y la miró a los ojos.
Abrió la boca con la intención de decir algo, pero la volvió a cerrar con un leve sonrojo. La chica lo miró con confundida y le preguntó si estaba bien. Él asintió y se rascó la nuca.
— Esto... ¿Te gustaría... tener una cita conmigo?
Las mejillas de la castaña se tornaron de un color rojo debido a la petición.
— M-me encantaría tener una cita contigo, Gaara — éste sonrió al oír su nombre.
Ambos salieron del despacho del Kazekage para ir juntos a un lugar donde estuvieran a solas. Mientras caminaban se contaban cosas de lo que le habían pasado cuando no habían estado juntos, también hablaban del pasado y también del futuro.
— ¿Y tú no piensas tener una esposa e hijos? — preguntó (Nombre) mirando al suelo mientras andaban.
— ¿Por qué lo preguntas? — la miró confundido.
— Es que... No quiero que te quedes solo siempre — susurró intentando que no se notara su rubor. — ¿Sabes que Mitsuri está enamorada de ti? Aunque tú también pareces enamorado — hizo una risa nerviosa, ocultando el nudo en su garganta.
— ¿Qué? — se paró mirándola. Ella también paró de caminar, pero no se giró a verle. — ¿Por qué piensas que estoy enamorado de ella?
— Por como la miras y como la tratas...
— ¿Estás hablando en serio? — la chica asintió sin mirarle. — (Nombre), mírame — no obedeció. — Por favor... mírame.
Se giró lentamente y lo miró a los ojos con lágrimas en los suyos. Gaara abrió los ojos como platos y se acercó a ella para abrazarle.
— Gaara... — apretó su ropa durante el abrazo. — Llevo desde pequeños enamorada de ti... — lo abrazó más fuerte. — Siempre he tenido miedo de que te pasara algo, pero te acabaste enamorando de ella...
— Ey ey — le levantó la barbilla con un dedo delicadamente. — ¿Yo he dicho que lo esté? — ella negó con la cabeza. — Entonces no saques conclusiones precipitadas.
— ¿No estás enamorado de ella?
— No, pero si lo estoy de alguien que conozco de hace mucho tiempo — la chica volvió a mirar al suelo con tristeza, pero Gaara volvió a levantarle la barbilla. — Esa chica es perfecta. Valiente, amable, graciosa, hermosa, con unos ojos rojos que te hipnotizan — (Nombre) se sonrojó al escuchar eso, pues solo había una persona que él conocía que tenía esos ojos, y era ella misma. — ¿Ya vas captando de quién hablo? — le preguntó con una pequeña sonrisa.
Ella asintió y lo miró a los ojos. Se acercaron lentamente hasta que juntaron sus labios. El más alto la abrazó, acercando sus cuerpos más.
— Entonces... ¿Somos novios? — preguntó el pelirrojo con un sonrojo después del beso.
La chica se rió y asintió con énfasis. Lo volvió a besar y lo abrazó, disfrutando de la calidez de su cuerpo y de sus dulces labios sobre los de ella. ¿Quién iba a decir que la persona más odiada de la aldea iba a ser Kazekage y además, encontraría el amor con una chica que lo veía tal y como es?