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(Nombre) se encontraba sobre la cama de su pareja, leyendo un libro tranquilamente, hasta que la puerta se abrió, mostrando al susodicho con un semblante serio y molesto.
La chica sonrió y se levantó de la cama, acercándose a él.
— ¿Un día duro? — le sonrió dulcemente, ayudándole a quitarse la chaqueta del Cuerpo de Exploración para así dejarla colgada en el armario.
— Bastante duro... No sólo los malditos mocosos limpian como el puto culo, sino que también... — miró a su novia por unos segundos, para luego mirar hacia otro lado.
Aquel gesto la confundió.
— ¿También, qué?
Levi suspiró y se sentó en la cama, apoyando su cabeza sobre sus manos. Estaba irritado y asustado. Tenía miedo de cómo podría reaccionar su novia a esa noticia.
— Dime, Levi ¿Qué ocurre? — preguntó, sentándose a su lado mientras le acariciaba lentamente la espalda.
El pelinegro levantó un poco su rostro para mirarle a los ojos, quedándose embobado por completo. La amaba demasiado. Tenía claro que no podía vivir sin ella, mucho menos dejarla sola.
Entrelazó su mano con la de él y se la besó lentamente. La chica estaba confundida, pues pocas veces se mostraba tan tierno.
— Levi... Me estás asustando... ¿Es algo grave? — estaba comenzando a preocuparse.
— Me han dicho que tenemos que ir a una misión algo... Peligrosa... — soltó, al mismo tiempo que acariciaba el dorso de su mano con el pulgar.
— ¿Qué...? — la chica se puso pálida.
— Han dicho que partimos mañana. No puedo negarme, soy el capitán después de todo...
(Nombre) frunció los labios. Estaban temblando. Soltó su mano y se levantó de la cama rápidamente, dándole la espalda. No quería que la viera llorar en ese momento.
— ¿Tan peligrosa es...? — susurró, con la voz temblorosa.
El pelinegro se levantó y se acercó a ella, tocándole el hombro cuidadosamente.