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El edit es una basura, pero no encontraba cosas que pegase con el personaje y con los colores.
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(Nombre) se despertó con un sobresalto, el corazón latiéndole fuerte en el pecho. La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue de la luna que se filtraba a través de las cortinas raídas. Había tenido otra pesadilla, una de esas en las que una figura enmascarada la perseguía por un bosque interminable. Sacudió la cabeza, intentando despejar la mente. Era solo un sueño, se dijo. Pero últimamente, los sueños se sentían demasiado reales.
Vivía en una pequeña casa al borde del bosque, en las afueras de un pueblo tranquilo en el norte de España. Había heredado la propiedad de su abuela hacía un año, y aunque al principio le había encantado la paz, ahora empezaba a cuestionarse si no estaba demasiado aislada. El trabajo como profesora en el instituto local la mantenía ocupada durante el día, pero las noches... las noches eran solitarias.
Se levantó de la cama, descalza sobre el suelo frío de madera, y fue a la cocina a por un vaso de agua. Miró por la ventana. El bosque parecía vivo bajo la luna, con las ramas moviéndose ligeramente con el viento. De repente, un ruido. Un crujido fuera, como si alguien pisara hojas secas. Se congeló, el vaso a medio camino de sus labios.
―¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ―murmuró para sí misma, sintiéndose tonta. Probablemente un animal. Un zorro o un ciervo. Pero su pulso no se calmaba.
Decidió salir a comprobar. Cogió una linterna del cajón y abrió la puerta trasera con cuidado. El aire fresco de la noche la golpeó, cargado con el olor a tierra húmeda y pinos. Apuntó la linterna hacia el bosque. Nada. Solo sombras danzando.
Justo cuando iba a volver dentro, vio algo. Una figura entre los árboles, inmóvil. Alta, vestida de oscuro, con una máscara blanca que reflejaba la luz de la luna. El corazón de (Nombre) dio un vuelco. Retrocedió un paso, la linterna temblando en su mano.
―¿Quién eres? ―gritó, su voz más firme de lo que se sentía.
La figura no se movió al principio. Luego, dio un paso adelante, saliendo de las sombras. Llevaba una chaqueta marrón gastada, pantalones negros y esa máscara inquietante, con ojos negros pintados y una expresión neutra que la ponía nerviosa. No dijo nada, solo la miró.
