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Sting maldijo por dentro a su amigo Rogue por haberle pedido que fingiera ser su pareja ¿Por qué? Simplemente para poder ligarse a una chica del gremio de Fairy Tail. Ella tiene fama de gustarle los chicos gay y es por eso por lo que ahora estaba en esa situación.
Ambos gremios se habían unido para celebrar una fiesta y el rubio, en vez de divertirse con los demás, tenía que fingir ser el novio del pelinegro.
— Ahora está con una amiga, ¿Por qué no vas a hablarle de una maldita vez y me dejas divertirme? — preguntó Sting.
— Solo acompáñame, juro que lo compensaré — le suplicó su amigo.
El rubio no tuvo más remedio que suspirar pesadamente y aceptar su propuesta. Siguió al dragon slayer hasta las chicas, con un aire desinteresado y aburrido. Solo quería que aquello se terminara.
Ambas se giraron hacia ellos al notar su presencia. Narumi, la chica que le gustaba a Rogue, sonrió amablemente, mientras que su amiga rodaba los ojos y miraba hacia otro lado mientras bebía de su copa, dando a entender que a ella no le hablasen.
En un abrir y cerrar de ojos, Rogue y la chica estaban hablando animadamente, dejando un poco, bastante, de lado a los otros dos.
— ¿En serio sois pareja? No lo parecéis — preguntó la chica con una sonrisa, mientras bebía tranquilamente de su bebida, sin quitarle un ojo al pelinegro.
— Bueno, somos algo reservados.
— ¿Y por qué no estáis bailando juntos?
— Queríamos conocer a gente nueva — sonrió coqueto, sorprendiendo al rubio. Era la primera vez que lo veía así.
La chica le siguió el juego y, sin saber cómo, ambos se fueron a bailar, dejando a los otros dos solos.
— Maldito Rogue — maldijo el rubio.
Miró de reojo a la chica que estaba junto a Narumi. Había estado callada todo ese tiempo, mucho más que él; Sting al menos había respondido alguna que otra pregunta, pero ella se mantenía apartada de la conversación. No sabía el por qué, pero había algo en esa chica que le llamaba la atención.