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(Nombre) caminaba junto a su novio y sus amigos, cogida de la mano de este primero, mientras hablaban entre ellos. Bueno, mejor dicho, hablaban Panda y Maki mientras su pareja, Toge, contestaba con las palabras que eran seguras para él y los demás. Ya estaban acostumbrados a eso, pero a la chica seguía pareciéndole adorable.
No pudo evitar sonreír al escucharle decir "Shake" en el momento que Maki preguntó si tenían hambre.
El de cabellos blanquecinos observó de reojo a su pareja, preguntándole con la mirada qué era lo que le hacía gracia. Ella solamente contestó con una sonrisa de lado y un leve apretón de manos.
— Mentaiko — habló hacia sus amigos para luego caminar hacia otro lado, arrastrando a su pareja por la mano.
No necesitaron preguntar, habían entendido que el muchacho quería estar a solas con su novia, así que simplemente se encogieron de hombros y caminaron juntos hasta algún puesto de comida en el que saciar el hambre.
Por otro lado, Inumaki acorraló a su amada contra la pared y le miró a los ojos, transmitiéndole la misma pregunta que le había hecho momentos antes. Eso era algo que los unía más que nadie; ella era la única que comprendía sus pensamientos con solo mirarle a los ojos. Podían estar hablando entre sí con solo centrar su mirada en la del contrario, sin ninguna palabra de por medio, y eso ayudaba bastante a la habilidad del chico.
— Simplemente te ves adorable cuando contestas con nombre de alimentos — admitió soltando una suave risa.
El chico le miró con sus ojos entrecerrados y con una sonrisa que era tapada por el cuello de su chaqueta.
Dejó de reír al entender el significado de esa mirada, sintiéndose más pequeña a pesar de que eran de la misma estatura.
— Solo era un risa, no me hagas nada — susurró con sus mejillas ruborizadas mientras observaba como se bajaba la cremallera, dejando a simple vista aquellos labios que tanto amaba, con una sonrisa de lado en ellos.
Se acercó a su oreja y susurró la siguiente palabra, acariciando su piel con su aliento cálido.
— Bésame — ordenó, activando la Técnica del Discurso Maldito.
La chica se tensó al sentir como su cuerpo obedecía a su petición sin poder hacer nada para evitarlo. Por mucho que le gustase besarlo, no le gustaba que lo hiciera mediante esa técnica, pues se sentía impotente y sumisa ante él. Sin embargo, sabía que ese era su castigo por reírse de él y no le quedaba de otra que aguantarse y, ya que estaba, disfrutar del beso.
Su cuerpo se movió hacia él, juntando sus labios con los suyos, como si alguien la estuviese manejando mediante unos hilos. El peliblanco sonrió con sorna y cerró los ojos, llevando una mano a su nuca para profundizar aquel roce de labios.
Llevó su mano libre a su cintura y la abrazó contra él, comenzando a besar con más deseo sus labios, mordiendo su labio inferior para poder introducir su lengua y profundizar aún más el beso.
Su novia temblaba contra su cuerpo, aferrándose a la chaqueta del chico por lo bien que besaba, por lo bien que se sentía la calidez de sus labios y su cuerpo.
Logró seguirle el ritmo, intentando que su mente no se nublase, y abrazó su cuello para sentirlo más cerca, mientras sus dedos se enredaban en su cabellera blanquecina. Amaba acariciarle el cabello.
Segundos después, sin poder respirar bien por la nariz, se separaron un poco con el objetivo de recuperar el aliento y se miraron a los ojos con una sonrisa de satisfacción.
— Konbu — dicho esto, se subió la cremallera de nuevo, ocultando las marcas de su boca, las cuales lo hacían más sexy y hacían suspirar a su novia.
— Eres malévolo cuando quieres, Toge — susurró la chica haciendo leves pucheros.
El chico sonrió bajo el cuello alto de la chaqueta y acarició suavemente la mejilla de su novia. Esta se ruborizó al instante que entendió el significado de aquella mirada tan intensa. «A pesar de todo, lo hago porqué te amo.»
Sonrió como una tonta y lo abrazó, ocultando su rostro en su cuello.
— Yo también te amo, Toge — susurró, sintiendo como la abrazaba un poco más fuerte, sin llegar a hacerle daño, pero lo suficiente para poder transmitirle todos sus sentimientos, aquellos que no podía poner en palabras, más no era necesario, ambos se entendían a la perfección.
Se separaron del abrazo tras unos segundos y se cogieron de la mano con una sonrisa en sus labios.
— ¿Quieres que te prepare onigiris de atún con mayonesa?
Nada más formular la pregunta, los ojos de su novio se iluminaron, haciendo reír a la chica de lo lindo que era. Sabía que esa era su comida favorita.
— Bien, vamos entonces.
Le besó dulcemente en la mejilla y caminó juntó a él hasta su destino, sin soltarse en ningún momento de su mano.
