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Esta historia es paralela al capítulo 15 (El Rey de los dragones) del libro de OneShots de Bakugou. En esta historia (Nombre) conoce al príncipe Shouto en vez de a Katsuki.
La noche no estaba hecha para correr, pero (Nombre) no tenía otra opción, porque los gritos de los hombres se le clavaban entre los árboles como flechas mientras las ramas le arañaban los brazos y el vestido y el aliento le quemaba la garganta. Cuando su pelo rosado se enganchó en un matorral, tiró con rabia hasta soltarse y siguió adelante, con ese zumbido en las sienes que aparece cuando la adrenalina manda más que la razón.
—¡Por ahí! —gritó alguien a su espalda—. ¡No puede haber ido lejos!
Entonces se le fue un pie en una raíz y casi cayó, aunque consiguió sostenerse con una mano en el tronco de un pino; la corteza le raspó la palma, pero no se detuvo, sino que dio dos zancadas más hasta que, de golpe, chocó contra algo duro... o más bien contra alguien.
Se tambaleó y, antes de desplomarse, un brazo firme la atrapó por el codo; olió a cuero y a humo mientras levantaba la vista y se encontraba con un chico de su edad, quizá un poco mayor, cuyo cabello, dividido en dos colores —blanco como la escarcha a un lado y rojo intenso al otro—, enmarcaba unos ojos que parecían mirar desde un lugar más frío que el bosque. No dijo nada, sino que simplemente la sostuvo y ladeó la cabeza, evaluándola en un segundo.
—Suelta —le salió a ella sin aire, con ese tono de animal acorralado.
—Tranquila —respondió él, sin apartar la mano—; estás temblando.
Entonces, a la izquierda crujieron unas hojas y, con solo ese sonido, el miedo volvió a clavarle las uñas en el pecho, de modo que (Nombre) dio un paso atrás, angustiada.
—Por favor —susurró—, no me entregues.
El chico cambió el peso del cuerpo como quien decide de qué lado tirar de la cuerda y, tras mirar por encima del hombro de ella hacia las sombras que se movían entre los árboles, se oyó el primer insulto, áspero, seguido de las risas cortas de quien se sabe con ventaja.
—¡Zorra! —escupió uno—. ¡Venga, sal! Tu familia ya cobró; eres nuestra.
—Cállate —le soltó su compañero con un codazo—; mira bien. Es Todoroki. El príncipe.
