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Ella era la única de su edad y la única mujer en ese barco. Siempre se había preguntado, ¿qué hacía ella allí? Siempre había estado con ellos, desde que él los persiguió, incluso cuando atacaron a su padre. Esa chica siempre estuvo con ellos a pesar de ser una niña. Sin embargo, lo que le llamó la atención es que era muy diferente a todos ellos.
No participó en el ataque sorpresa hacia su padre, se quedó sentada sin hacer nada, incluso se sorprendió al ver la traición hacia ese hombre; tampoco era ruda ni lo trataba mal como la tripulación de ese barco, siempre había sido buena con él desde que decidió poner comienzo a su venganza y por ello su confianza era notable; confiaban el uno en el otro a pesar de que el brillo en los ojos de ella estuviese siempre presente, mientras que los de él se iban apagando con el paso de los años.
Debía admitirlo, no era solo una niña, era una gran guerrera, incluso de pequeña ya tenía buenas dotes en la pelea, se notaba que había estado con ellos durante mucho tiempo, pero no sabía cómo ni por qué... Una niña no pinta mucho en una guerra y los demás no la ven como un estorbo ni nada, es más Askeladd la trataba como a su hija.
Por eso mismo a Thorfinn siempre le había generado cierto interés, tenía curiosidad por saber más de ella, además, se sentía a gusto a su lado, había estado contando con su apoyo desde que su padre murió, gracias a ella no se sentía tan solo y a veces lo ayudaba a pensar en otras cosas que no sea la venganza.
No entendía porqué sentía todo aquello, solo sabía que ella se había convertido en algo muy preciado para él.
— ¿En qué piensas? — preguntó la pelinegra mientras peinaba suavemente el desaliñado cabello del chico.
Hay que decir, que si no fuera por ella, tendría el pelo hecho un estropajo.
— Cosas — contestó sin más, manteniendo una expresión seria, pero serena. Alzó un poco la mirada y observó a la chica frente a él, concentrada en su trabajo —. Recordaba cosas.
— A saber qué habrás recordado, has estado con una expresión más seria de lo normal — comentó con una sonrisa, dando los últimos retoques a su cabello para así detener su trabajo y mirarlo a los ojos —. Aunque siempre tienes esa expresión de gruñón — bromeó, tocando con su dedo índice el ceño fruncido del chico, empujándolo suavemente sin borrar su sonrisa.
Thorfinn se tocó la zona de su ceño, procurando relajarlo un poco y mirando de reojo a su amiga, la cual se reía por lo bajo. Le había recordado a un cachorro.