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WARNING: No sé absolutamente nada de esta franquicia, solo lo que hay en internet (que es casi nada) así que no se si habrá cosas que me invente o no. Por ello, me disculpo de antemano en caso de que no concuerde mucho con esa serie.
Kanata acariciaba suavemente el cabello de la chica, quién tenía la cabeza apoyada sobre su regazo, durmiendo tranquilamente mientras se tapaba hasta el cuello con una manta. Adoraba verla dormir, no, mentira, adoraba cualquier cosa que hiciese siempre y cuando estuviese a su lado.
Sintió una sensación cálida en su pecho cuando su novia se acurrucó más en su regazo, reteniendo las ganas de despertarla y abrazarla mientras la llenaba de besos; sin embargo, no lo haría, esa noche no le había dejado dormir mucho después de todo lo que hicieron, así que se lo debía por sus ansias. No lo culpen, es un ser humano enamorado, todos tenemos nuestras necesidades e instintos, y si ves a tu pareja con lencería sexy que se había comprado a posta para provocarlo, no iba a retener sus deseos, obviamente; pero la chica no contó con que ese día la energía del chico era abundante...
Con cuidado, levantó su cabeza dejándole un cojín debajo y fue hasta la cocina, poniéndose un vaso de agua para después comenzar a buscar algo para comer. Quería cocinarle algo a su chica, como disculpa por lo agobiante que fue esa noche. Lo primero que encontró son macarrones, así que decidió hacer eso para no complicarse demasiado, después de todo (Nombre) amaba la pasta; además, era lo más fácil y rápido que podía hacer en ese momento.
Comenzó llenado la olla de agua y encendiendo el fuego, esperando a que estuviera en ebullición para añadir la pasta. Estaba muy concentrado en su cometido, pero no lo suficiente como para asustarse al sentir unos brazos en su torso, notando un suave beso en la parte baja de su hombro. No pudo evitar sonreír delicadamente; solo ella conseguía que una sonrisa apareciese en su rostro serio.
— Ne~ ¿Por qué me dejaste sola? Eres más cómodo que el cojín — se quejó con un pequeño puchero.
El chico puso lo puso a fuego a lento y se giró hacia su chica, abrazándola de vuelta mientras su frente se juntaba con la de ella.
— No quería despertarte, no has dormido mucho esta noche — sus palabras la hicieron sonrojarse al recordar los hermosos sucesos que ocurrieron horas anteriores.
— Tú tampoco.
— Pero yo aguanto bien el sueño, además — añadió, acariciando suavemente su mejilla con la yema de sus dedos —, te ves realmente adorable cuando duermes.
Los nervios de la chica salieron a flote. A pesar del largo tiempo que llevaban siendo pareja, ella seguía sin acostumbrarse a que su novio era alguien directo y no se inmutaba por lo que decía. Eso hacía que la pillase desprevenida y no supiera como responder.
Por parte de él, se daba cuenta de eso, así que disfrutaba de sus expresiones al estar nerviosa y ruborizada.
Sonrió dulcemente y besó sus labios con delicadeza, siendo correspondido al poco tiempo, obteniendo una caricia en su mejilla.
Sus labios eran su droga, lo sabía muy bien, era adicto a ellos, pero no se arrepentía: era su dulce y amada droga; suaves, delicados y finos.
— Te amo — susurró una vez se separó del beso por unos segundos, pero volvió a besarla sin dejarla responder.
La abrazó por la cintura y la atrajo a él, comenzando a acariciar sus labios con más fervor, posicionando la mano en su nuca para que no intentase escapar, más ella no planeaba hacerlo, no hasta que escucharon que el agua de la olla estaba haciendo mucho ruido. Fue Kanata el que se separó en ese momento, con los ojos abiertos y girándose para así apagar el fuego. Los macarrones estaban bien por suerte, eran comestibles, solo que a lo mejor se habían puedo algo blandos...
— No puedes estar conmigo mientras cocino...
(Nombre) se rio suavemente, ganándose una mirada confusa de su novio.
— No es mi culpa que te emociones al besarme, yo solo te he abrazado — se burló con una sonrisa en los labios.
— Sabes que un beso tuyo me descontrola.
— Entonces no te besaré para que eso no pase — le guiñó el ojo, girándose con la intención de volver al comedor, más él se lo impidió.
— Ahora el fuego está apagado, así que es buen momento para continuar.
La giró y la abrazó, besando aquella sonrisa que lo estaba llevando a la locura.
