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El castaño entró a su hogar, sin poder evitar sonreír al escuchar una voz tararear una canción. Cerró la puerta tras él, se quitó los zapatos y los guantes, y entró, dirigiendo sus pasos hacia la cocina.
Antes de hacer nada, observó por unos segundos la figura de la chica, sonriendo aún más.
Se acercó a ella y la abrazó por la espalda, sintiendo como se sobresaltaba del susto.
— Buenas tardes, preciosa — susurró sobre su oreja.
—Jyuto, joder, me has asustado — se quejó, girándose hacia él para mirarlo a los ojos, sin dejar de sentir los brazos del castaño abrazando su cintura —. ¿Ya has terminado de trabajar por esta mañana? — preguntó dedicándole una sonrisa y abrazando su cuello con sus brazos, mientras sus manos jugaban con su cabello.
El chico aprovechó ese abrazo para acercarse más a ella, acorralándola contra la encimera.
— Si, pero esta noche tengo que salir como siempre.
— Jo... Yo que quería pasar una noche calentita con mi novio — hizo unos pucheros que hicieron sonreír con arrogancia al chico.
¿Por qué estaba alguien tan buena con un policía corrupto como él? Buena pregunta. Simplemente se complementaban a la perfección. Además, él amaba corromperla...
— Oye nena, te he dicho muchas veces que si me haces pucheros — se agachó, pues ella era mucho más baja, y llevó sus manos a los muslos de la chica, alzándola de golpe, logrando que soltara un pequeño grito de la sorpresa —, no podré contenerme — la posicionó encima de la encimera y aprovechó la cercanía para besar su oreja.
— Ah...Mmm... Jy-yuto, ca-cariño, la comida... — comentó (Nombre) entre suspiros.
— Tú eres mi comida — bajó sus labios y mordió su lóbulo derecho —. A parte, voy a darte el "calor" que no puedo darte esta noche.
Soltó un gemido al notar su mano bajo la camiseta del pijama, subiendo lentamente hacia arriba.
— Ahh, es imposible negarme a ti — echó la cabeza hacia atrás cuando sintió sus besos en la clavícula y su entrepierna, cubierta por la ropa, rozando su intimidad —. Pero... te la llevarás... y que Samatoki y Rio... coman también... — su voz se convirtió en gemidos, por lo que le costaba terminar una frase sin realizar pausas.