¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
Suspiré con molestia. Me sentía molesta conmigo misma por ser como soy, por ponerme celosa de Kanao sin ningún derecho. Aunque me doliese admitirlo, Tanjirou no era nada mío, solamente era mi amigo, mi compañero de viaje, nuestra relación era la misma que teníamos con Inosuke y Zenitsu, aunque preferiría que fuese algo diferente... Pero él era amable con todo el mundo, así que no debía hacerme falsas ilusiones.
Observé a ambos hablar tranquilamente mientras él sonreía como siempre y ella mantenía un semblante sereno. Sentía una sensación punzante en mi pecho, así que no tuve más opción que apartar la mirada e irme de allí. Iría a entrenar un poco con la espada para despejarme.
Cogí mi arma y comencé a realizar diferentes movimientos de ataque, estando al cien por cien concentrada y dejando a un lado todas mis preocupaciones, hasta que sentí la presencia de alguien tras de mí. Me giré rápidamente y puse mi catana frente al cuello de esa persona, encontrándome con el rostro asustado de mi amor platónico.
Me avergoncé y aparté el arma.
— Lo siento, estaba muy concentrada...
— No te preocupes, fue mi error por sorprenderte — respondió dedicándome una de esas sonrisas que tan enamorada me tenían —. Venía para preguntarte si te apetece que entrenemos juntos.
Acepté sin rechistar. Era una oportunidad para estar a solas con él, no iba a negarme.
Nos pusimos en posición de ataque, manteniendo bien sujetas nuestras catanas mientras nuestros ojos se observaban, atentos a cualquier detalle. Él lanzó el primer ataque, pero lo bloqueé y contrataqué. Logró esquivarlo sin problemas y atacó de nuevo. Seguimos así por un buen rato hasta que decidimos descansar.
Nos sentamos en el suelo, completamente sudorosos y cansados, y comenzamos a hablar. Me encantaba estar así con él, a solas hablando de cualquier cosa. Me hacía sentir que esa sonrisa y esa mirada tan dulce y tierna eran solo para mí; me sentía especial en momentos así. Era estúpido, lo sé, pero no podía evitar sentirme de esa manera en situaciones como esas.
Sin embargo, la pregunta que rondaba por mi cabeza en ese momento había comenzado a apagar toda luz en mi mente. Estábamos solos, era una oportunidad de preguntar, lo que no tenía claro es que él fuese a serme sincero, después de todo ni siquiera sabía si me consideraba como alguien de confianza. Tenía que intentarlo al menos, al menos me quedaría más tranquila y pasaría página.