5.- Soledad o eso pensé

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Por fin estás en casa, arrojas la bolsa del mercado a tu cama y te dejas caer sobre un pequeño sofá.

— Estúpida, mis chocolates, idiota. — Dijiste mirando el techo. No pudiste disfrutar tu compra y casi te da un infarto con todo lo ocurrido, definitivamente no había sido tu día. — Al menos tenía el cabello suave.

Sentiste vivir 1 año en un día con tantas emociones, casi te daba un infarto y sobreviviste, te sentías una ganadora de la lotería que donó todo a la caridad.

— Satisfecha y sin problemas de conciencia, al menos eso me ayuda a no sentirme tan deprimida. — estabas decidida a no volver a tomar antidepresivos, esas cosas te hicieron depender mucho para mantener un buen estado de ánimo.

Desde que te mudaste sola habías tenido que lidiar con muchos problemas, rentas, trabajo, estudios, soledad.

Esta última en específico te lastimaba, tus amigos o más bien, esas personas a quienes considerabas amigos ya no se comunicaban contigo, les molestaba que tuvieras la vida que ellos quisieran tener pero resultó que no era para tanto.

Aunque tenía grandes ventajas esa vida nómada, te sentías desapegada de todo. Cargabas con una simple maleta, no guardabas ni un sólo recuerdo, todo se quedaba en su lugar cuando debías partir a un nuevo sitio.

Y el hecho con el chico del súper también sería pronto parte de esas experiencias pasajeras.

— ¿Valió la pena? ¿debí pedirle su número? ¿pensará en mí? — Te avergonzaste de la última pregunta y te regañaste por decirlo en voz alta como si estuvieras sola, ah, pero qué va, estás sola. — Dios, soy una fracasada para hablar con los chicos, lo acaricié como si fuera un gato de la calle, ¡qué tonta!

Depresión. Bipolaridad. Paranoia. Sólo por mencionar algunas de tus tantas cargas mentales que arruinaban tu verdadero yo.

— Mamá se va a enojar si no le llamo, pero no tengo nada que contarle. — Hablaste contigo misma mientras cocinabas algo con carne para la cena y revisabas tus notificaciones de las tantas apps que dejaron de entusiasmarte con el paso de los días. — Hola madre, hoy casi me arrestan por destruir un supermercado queriendo comprar unos chocolates jaja sí, salió en el periódico, entiendo si ya no quieres saber nada de mí. — Bromeaste fingiendo hablarle a tu madre, cuanto más seguías, más ridículo te pareció. — ¿Porqué nací?

— Para darme chocolates. — Susurró la masculina voz detrás de tu cuello.

Y como era de esperarse, te desmayaste porque vives sola y no hay manera de que alguien más estuviese ahí contigo a menos de que fuera un fantasma asesino violador.

Para tu suerte, ni era fantasma ni era violador, sólo asesino.

— No lleva ropa interior... — dijo aquél asomándose bajo tu pijama de gatitos.

Bueno, pongamos lo de violador en duda.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora