40.- Primer regalo

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— Quítate la ropa. — ordenó Killua sin dirigirte la mirada.

Diste un paso atrás poniéndote nerviosa con esa frase tan directa.

— ¡¿Po... porqué?! espera, aún me duelen las piernas, ten poquita piedad.

Killua te entregó una bolsa de regalo, dentro había un conjunto deportivo cómodo y discreto.

— Lamento que hayas tenido que aparecer en televisión con esa pijama puesta, quería agradecerte por no enojarte conmigo a pesar de lo entrometido que fuí. No soporté a ese accidente humano.

Aceptaste el regalo con una sonrisa cálida en el rostro, era la primera vez que Killua te obsequiaba algo, la primera vez que en general, alguien te daba un regalo de corazón.

— Killua, yo soy la que te lo agradece, humillaste a ese pendejo por mi, no sabes lo liberada que me siento, aunque aún me da pena pensar que años antes me gustaba.

— Lo sé, te gustan los skaters idiotas.

— ¡No! bueno... pero tú eres mucho más que eso, por favor, no seas como yo, las etiquetas no van contigo.

— Ni contigo. — respondió al instante dejándote muda, cada vez que hablaba en serio te provocaba cierto escalofrío — Mírame, no quiero escucharte diciendo que eres fea, jamás vuelvas a menospreciarte así, a mí me gustas... mucho, y quiero estar contigo, para mi eres bonita, eres buena y tu carácter me vuelve loco, en el buen sentido, claro. Lo que trato de decir es... que me muero de ganas... ¿será mucho pedir que te desvistas ahora mismo? — pidió Killua sin tapujos utilizando su vil arma seductora, esa mirada atrevida de brillantes orbes azules.

¿Esa era la manera de darle las gracias por mandar por la borda a ese fraude? y lo más importante, ¿era lo que en verdad deseaba?

Te pusiste tan nerviosa que cerraste los ojos al verlo acercarse a ti, de pronto sus brazos rodearon tu cuerpo y te atrapó en un suave apretón apegandote a él, de forma delicada besó tu cabeza y soltó una tierna risilla.

— Tranquila, no te voy a forzar a nada. — explicó aún manteniendo el abrazo — Quería privacidad para explicarte lo que dije en el estrado, sé que estoy siendo egoísta al pensarte como mi placer y exponerte ante todos como mi futura esposa, sé que eso no será pronto, pero decidí hacer lo que pudiera para protegerte mientras tanto, quiero dejar claro lo mucho que me importas y mientras pueda estar contigo prometo no dejar que te vuelvan a hacer daño, te juro que si fallo, yo mismo me alejaré de ti.

Tantas palabras dulces eran demasiado para tu corazón, Killua parecía sacado de un sueño, era cierto que le dijo a todos que serías suya y su razón era una sutil declaración de guerra a cualquiera que se atreviera a meterse contigo.

— No es necesario que me digas que te irás, confío en ti, ya me demostraste que me defenderas en todo momento, aunque fuiste un poco agresivo, pero yo también quiero ser útil para ti. — confesaste con vergüenza, Killua siempre intentaba protegerte a su manera, te costaba trabajo entenderlo al principio, sin embargo, por alguna razón, no querías pensar en tu vida sin él.

— ¡Ya lo eres! me haces felíz, contigo todo es más emocionante. — tragó saliva, el corazón le latía fuerte cuando expresaba sus sentimientos.

— ¿De verdad? juraría que soy una mala influencia, soy un peligro hasta para mi misma.

— Que miedo, una chica que salió en TV con pijama de borregos. — expresó Killua con sarcasmo.

— Dios, no voy a superar eso...

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora