42.- No llores

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— Se que debería contarle a Killua lo que sucedió pero no quiero separarme de él, lo sé, ahora soy yo quien insiste en quedarse, lo prefiero mil veces antes que volver a casa. — pensaste mientras tirabas a la basura los trozos bien cortados de lo que antes era tu fuente de estudio y trabajo.

— Perdóname, te compraré una nueva y será mucho mejor, lo prometo. — dijo Killua avergonzado — creí que si mataba ese aparato se acabaría tu problema.

— Ay, este asesino... — suspiraste mientras te cruzabas de brazos — Tenía guardados recuerdos y cosas importantes, será muy difícil recuperarlos pero se puede hacer, en fin, Killua, tengo que hablar contigo.

Como él no entiende el peso del "tenemos que hablar" en una relación, se alegró de oírte, hablar contigo sonaba divertido.

— Claro, ¿de qué quieres hablar? ¿nuestra boda? ¿la luna de miel? ¿nuestros futuros hijos? — bombardeó con preguntas, maravillado.

— Me duele — pensabas con culpa — ver su rostro tan feliz, yo debería estarlo también, pero estoy asustada, no me atrevo a decirle y no tengo opción, debe saberlo. — tomaste valor de quién sabe donde y formulaste en pocas palabras la herida que no se puede lograr con ningún arma.

— Killua, tengo que volver a mi casa, mis padres no te aprueban.

Si el albino ya era pálido, su rostro se veía gris en ese instante, guardó silencio y bajó la cabeza. Quisiste decir algo más para tranquilizarlo, pensaste que se había enojado hasta que escuchaste un sollozo.

— ¿Porqué? — alcanzó a formular bajo su llanto — ¿qué hice mal?

— Killua... no llores... — un nudo en la garganta te invadió, esperabas cualquier reacción en él, menos esa, tu corazón se desintegraba con cada palabra que salía de su boca, estabas tan arrepentida que ni siquiera podías explicarle lo que estaba pasando.

— Sé que no soy un novio normal, no entiendo los conceptos de pareja y jamás había sentido esto, he cometido errores pero te ruego que me perdones, dame otra oportunidad, ya no mataré a nadie, ni destruiré tus cosas, ni hablaré de ti en público, ni espiare bajo tu ropa cuando duermes.

— Qué diablos, Killua. — definitivamente ya ni dormir es seguro.

— Seré una persona normal, te lo prometo, no me dejes solo, yo no quiero volver a casa sin ti, ¿porqué tú sí?

— Perdón... perdón Killua... —  Deseabas decirle que no te irías, que no era su culpa y nadie los separaría. Pero no era tu elección, en ese momento te diste cuenta de lo diferentes que eran, Killua había sido criado de forma dura y cruel, su rigidez lo volvió rebelde y no tenía que obedecer a nadie por miedo. En cambio, tú venías de una familia sobreprotectora que controlaba tu libertad a tus espaldas, no sabías desobedecer las órdenes de las personas que te amaban y cuidaban de ti. Tenías que tomar una decisión.

Tu familia o Killua.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora