32.- Algo diferente

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No estabas segura si hacerle una broma o evadir cualquier tema respecto a lo ocurrido, pero te sorprendiste mucho al notar que entre el cabello embarañado de Killua algo se movía.

— ¿Q...qué tienes en la cabeza? — te asustaste creyendo que alguna araña se había metido entre sus cabellos, casi gritas cuando Killua al reaccionar sólo logra hacer más visible lo que se movía sobre él, un par de peludas... — ¡OREJAS DE GATO!

— Eh... — Se quedó un segundo en silencio para llevar las manos a la cabeza y tocar las sensibles y peludas orejas blancas que sobresalían de su cabeza. — ¡¡¡¿¿¿EEEEEHH???!!!

Su angustia fácilmente se escuchó en toda la planta del barco, sus orejas humanas habían desaparecido o bien transformado en orejas de gato.

— ¡Por eso mi mamá decía que no me tocara o me saldrían pelos en la mano! — se quejó tironeando de ellas consiguiendo lastimarse. — ¡Ay! ¡ay! ¡ay! sí son reales...

Al parecer no eras la única que decía disparates durante una desgracia.

— ¿Quieres que llame a un médico? — intentaste ayudar falsamente cuando tu verdadera pregunta sería "¿puedo acariciar tus orejitas?".

— ¡No! puedo arreglar esto, debe ser igual que cuando modifico las garras, eh, espera... yo puedo hacerlo... — trató inútilmente de golpear, ocultar y esforzarse por desaparecerlas consiguiendo cansarse.

— Alto, te vas a lastimar. — sostuviste sus manos en un arranque desesperado por detenerlo antes de que realmente se terminara cortando las orejas.

— Ya sé que pasó... — los ojos de Killua quedaron fijos en un punto bajo mientras recordaba aquél encuentro. — Antes de conocerte... tuve una pelea con uno de mis hermanos, él intentó controlarme usando una aguja especial para ello y por un momento perdí la razón, creí que había logrado su objetivo, pero después recobré la conciencia estando lejos de casa y del lugar donde había visto a mi hermano por última vez, incluso la aguja había desaparecido, pensé que todo acabó ahí... pero desde entonces he tenido sensaciones extrañas que me cuesta controlar, actitudes instintivas típicas de un... un gato.

— ¿Cómo? ¿quieres decir que de alguna forma te estás volviendo un gato por culpa de una pelea tu hermano? — de pronto te reíste sin querer, todavía no estabas familiarizada con el asunto de los usuarios nen y aquello te resultaba fantasioso. — Bien, ya puedes soltarme las manos.

— Espera, quedémonos así ehh... 10 minutos más. — sugirió Killua dejándote pensativa, hasta que sentiste una ráfaga de viento entre tus piernas.

Sí, Killua te distrajo para que no te dieras cuenta que al alzar las manos tiraste la toalla. Siempre se sale con la suya.

— ¡Auch! qué agresiva... igual ya te había visto anoche todo el... espera... ¡deja esa silla!

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora