45.- Tu turno

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El chico de 18 era experto en abrir puertas, logró entrar a tu habitación sin hacer ningún ruido, con los sonidos de la fiesta, era difícil darse cuenta si alguien pasaba o hablaba afuera.

— ¿Estará muerta? — preguntó el chico de 17 mirándote acostada boca abajo. — No veo sangre.

— Shhh, debe estar dormida. — susurró el de 18. — Y si no lo está, la dormimos y ya. — sacó un trapo y lo humedecio con cloroformo líquido.

— Se abrió la puerta — notaste en el momento pero no volteaste — debe ser Killua, ¿no le gustó la fiesta? ¿será porque no quise ir? deberíamos hablar de esto, no me siento tranquila...

Habías alentado a Killua para ir a ese festejo sin ti, después de la charla que tuvieron te sentías triste y los lugares llenos de gente no eran lo tuyo, no después del escándalo reciente.

— Buenas noches, hermosa. — dijo la voz en tu cuello, erizandote la piel de miedo.

— No, no es Killua. — pensaste sin moverte ni un milímetro — Y no es sólo uno. — notaste la presencia del otro colocandose del otro lado de tu cama. — ¿Qué diablos está pasando?

El cuarto al parecer era un privado alfombrado y pequeño, apenas cabían dos personas dentro, así que la chica mayor entró primero junto a Killua mientras la menor esperaba y cuidaba que nadie interrumpiera.

— ¡Oh por dios! — exclamó asombrada la chica de 16 al levantar la camisa del silencioso acompañante — que buenos abdominales, sin dudas eres magnífico, no sabía que un Zoldyck podía verse así de perfecto, ¿acaso eres un dios?

Killua no respondió, en cambió sonrió ligeramente ante el elogio.

— Ya no aguanto más, hagamoslo, Killua. — se apresuró la chica a darse vuelta tras haber mirado al asesino como un trozo de pastel.

— Yo tampoco aguanto más. — accedió el albino irradiando un color oscuro en sus ojos azules océano.

— ¿Me ayudas a desvestirme? este vestido es muy apretado — pidió ella recogiendose el cabello — puedes romperlo con tus manos. — sedujo moviendose suavemente hacia él.

Killua obedeció y deslizó la prenda de arriba hacia abajo sin hacer ningún ruido, apuntando el cuello para dar un zarpazo.

— Déjame besarte — se dió vuelta ella de repente y se abalanzó sobre él — no necesitas los labios para desvestirme.

— Apúrense, también quiero hacerlo con él, hagamoslo juntos. — tocó la puerta la segunda chica.

— Espera tu turno y luego hacemos trío. — contestó impaciente la chica dentro.

Antes de que ella lo besara, decidió apresurar el juego.

— ¿Qué tan profundo quieres que entre? — Preguntó Killua deformando su mano diestra dándole un extremo filo sin que ella lo notara.

— Quiero que me atravieses completa — suplicó en el oído de Killua, aferrada a sus hombros — no tengas piedad de mi.

Killua levantó el mentón de la chica para mirarla a los ojos y apreciar el momento.

— Será un placer. — dijo clavando sus garras en el estómago, arrancándole la vida en lo que él llamaría un "rasguño".

Ni siquiera tuvo la oportunidad de gritar o quejarse, cayó al suelo bañada en sangre mientras el albino abría la puerta para tirar del cabello a la otra chica, obligandola a entrar también.

— Tu turno.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora