16.- Fugitivos

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— Esta vez yo elegiré a dónde iremos, ¿bien? — propuso Killua caminando a tu lado por la orilla de la playa, teniendo una charla casual mientras el caos y el drama adornaban el fondo lleno de personas chismosas, reporteros y más policías.

— Bien. — Aceptaste intentando ignorar todo, disimulando la culpa de ser parte de un asesinato mientras caminabas junto al responsable, casual. — Me siento generosa como para dejar que pagues los gastos.

— Y llenaremos el departamento de Chocorrobots.

— No, por favor.

Los médicos forenses se hicieron cargo de recojer los restos de la víctima, algunos hospedados tuvieron que recibir atención médica por la triste impresión que se llevaron.

Ahora había una carpeta de investigación en curso sobre lo que ocurrió.

Mientras tanto, Killua y tú abordaron un avión con rumbo misterioso. Esta vez él decidiría el nuevo destino tras acordar mantener perfiles discretos al menos mientras salían de la ciudad.

— Ohh~ jamás había sentido tanto placer en mi vida, casi podría excitarme, esto debería ser ilegal. — disfrutaba Killua recostado boca abajo en una cama de masajes con la espalda descubierta.

— Lo será cuando te estrangule si no bajas la voz, es un simple masaje de espalda, cállate y relájate. — Tú eras la masajista.

Le contaste a Killua que tomaste cursos de fisioterapia antes de terminar la secundaria online y te suplicó que le dieras una demostración.

— Sabía que tus manos eran maravillosas, quiero casarme con ellas~ — ciertamente Killua se sentía en el cielo.

— Consideralo un agradecimiento por salvarme de ir a prisión... dos veces. Aunque las dos veces fué tu culpa. — reclamaste indignada, desde que lo conociste te llovieron problemas.

— No presto atención a los asuntos legales, en realidad, el caso va a cerrarse cuando sepan que yo fuí quien mató a ese hombre. — aseguró sin mostrar preocupación ni interés.

— ¿Porqué dices eso? ¿tanto miedo te tienen? — indagaste curiosa por su reacción, ¿tan malo podría llegar a ser el cabecita de algodón?

— A mí no. A la familia Zoldyck en general.

Familia Zoldyck, nunca oíste nada al respecto y de repente todo se trata de asesinos con permisos legales.

— ¿…Y porqué tuvimos que irnos de la ciudad si no había problema? — Interrogaste al terminar el masaje.

— Bueno, digamos que lo pensé incorrectamente y sucede que dejar rastros de mi irresponsable presencia hará que mis padres quieran llevarme de regreso a casa. No tengo ganas de verlos.

— Qué mal por ti. Yo extraño mucho a mis padres, pero les dije que regresaría cuando hubiera logrado demostrar de lo que soy capaz en mi nueva vida independiente. — Te deprimiste al pensar en que aún no lograste nada — Seré la decepción si regreso sin nada bueno que contar.

— Te exiges demasiado, me recuerdas a mí antes de irme de casa. — Killua se sentó frente a tí y levantó tu rostro decaído con la delicadeza de sus manos — Escúchame, a nadie le importa cuánto te esfuerces, sólo quieren ver el resultado y juzgarte por ello, no hagas nada para agradar a otros si tú no eres felíz.

— Pero mis padres... se decepcionarían...

— ¡¿Y qué?! ¡es tu vida! Si te quieren, te dejarán hacer lo que amas y esperarán que estés satisfecha de ti misma.

Guardaste silencio sin apartar la vista hacia sus ojos, sus exclamantes ojos infantiles que brillaban cristalinos con la luz del día.

— Algo me dice que eso es lo que te dijiste a ti mismo alguna vez.

Su expresión ruda y firme desapareció con cada palabra, si Killua tuviera un espejo frente a él, quizás habría dicho exactamente lo mismo.

— La libertad de elegir ser quien quieres no debería estar limitada por nadie — resentido con su origen, trató de explicar en pocas palabras su pesar — nací en una familia de asesinos, con un destino asignado desde mi nacimiento, es lo único que sé hacer, pero no es lo que quiero.

— ¿Qué es lo que quieres?

La pregunta le costó un minuto de reflexión interna, sus motivos y ambiciones, sus sueños e ilusiones, en realidad, no hubo nada en su mente más allá de ir en busca de algo interesante. Y lo encontró.

— Por ahora, a ti.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora