27.- Para ser Zoldyck

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Ninguno de los dos tenía experiencia en ello. Killua simplemente seguía sus instintos desvaneciendo sus pensamientos en el placer que lo había estado agobiando hasta el cansancio.

Te parecía difícil, casi imposible pensar en cualquier cosa, se atrevía a tocar la piel bajo tu blusa, sin previo aviso, estremeciendo cada centímetro de tu cuerpo.

Intentaste detenerlo metiendo las manos para empujarlo simplemente porque no soportabas que sus dedos rozaran tus pezones.

— Alto ahí, gatita~ — Volvió a llevar tus muñecas sobre tu cabeza usando la misma frase con la que lo nombraste cuando se conocieron, no había olvidado ese detalle y esta vez sus ojos denotaban cierta autoridad enfermiza. — No vas a dejarme a la mitad esta vez.

Quizás quien terminaría por mitad serías tú.

— Di...dijiste q..que n...no... eras un pervert...tido... — tartamudeaste nerviosa tratando de ralentizar su repentino arranque sexual. Notaste que sus ojos brillaban menos, sus pupilas dilatadas y sus mejillas ruborizadas denotaban que estaba sumamente excitado, desorientado de su sentido común. Lo que no esperabas fué que en medio de la pérdida de cordura fuera tan directo con sus siguientes palabras.

—¿Te gustaría convertirte en una Zoldyck? — preguntó sin detener los dedos de su mano derecha perpetrando tu sensible zona íntima adentrándose una y otra vez tan lentamente que casi parecía una tortura.

Tu rostro sonrojado y tu boca jadeante limitaban tus pensamientos, te exaltaste más con el atrevimiento que tuvo al tocarte con tanta seguridad que respiraste profundo y contestaste nerviosa en un intento de hacerte la difícil, no te salía muy bien que digamos, deja de ver memes.

— Por ninguna circunstancia me convertiría en sicaria. — cerraste fuerte las piernas evitando que sus dedos siguieran ahí. — no puedo matar ni a las hormigas, ayer aplaste una y la desgraciada me picó. — mostraste el dedo índice todavía hinchado.

Tan fuera de juego y aislada de la razón, no encontraste un argumento que impidiera a Killua retroceder, es más, no querías que lo hiciera, sin embargo, aceptar aquella oferta sumida entre el placer y sin pensarlo correctamente podría traerte consecuencias graves de las que no querías ni pensar.

— Pfff.... — Killua soltó una pequeña risa tierna y besó el dedo que habías mostrado, incluso lo lamió un poco como si eso fuese a aliviar tu hinchazón —  Eres tan inocente... para ser una Zoldyck oficial tienes que nacer como uno... — hizo una pausa para finalmente desnudarse sobre ti y por primera vez pudiste apreciar la blanca, uniforme y suave piel de su cuerpo, la fuerza de su abdomen, la lujuriosa y estremecedora mirada y la impaciente erección que paralizó el tiempo junto a la sentencia que recién iba a ejecutarse en esa habitación. — o pertenecerle a uno.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora