59.- Gato traicionero

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Con esa rutina en soledad habían pasado algunas semanas, te negaste a estudiar en línea y a buscar trabajo sin poder decirle a tus padres la razón. Y notabas cómo ellos perdían el entusiasmo por apoyarte.

Te dolía ver que las únicas personas que estaban tratando de hacer algo por ti se sentían inútiles.

Te encontraste con tu madre en la puerta de entrada a punto de salir y sentiste el impulso de decirle algo.

— Mamá, ¿estás decepcionada de mi?

Ella talvez esperaba que dijeras algo, te acarició la mejilla y te sonrió para darte un beso en la frente.

— Cariño, hiciste lo que muchos adolescentes de tu edad quisieran haber hecho, sé que tuviste que volver pero no te atormentes, no es tu culpa, no puedes controlarlo todo pero te aseguro que la vida jamás te dará una carga con la que no puedas continuar. — te dió un abrazo y abrió la puerta. — Me voy a trabajar, llámame si me necesitas.

— Sí, gracias mamá — sonreiste un poco, sus palabras te dejaron más tranquila, ellos te esperarían a que ese ciclo tormentoso en tu vida disminuyera — nos vemos.

Paso a pasito, el gatito bajo las escaleras llegando hasta la puerta y acurrucándose en los pies de tu madre.

— Oh, Killua, ¿quieres ir conmigo? — preguntó ella muy contenta, tomándolo en sus brazos.

— Es muy raro, siempre estaba a mi lado y nunca se separaba. — reprochaste mirando al que antes era tu gato.

— Talvez tengo tu olor y me confunde. — propuso ella bajandolo al suelo, ya que el contacto le ocasionó picor.

— Killua, no puedes ir con ella, es alérgica a ti. — pusiste el pie intentando bloquearle el paso pero te ignoró y salió de la casa.

— ¿Sabes algo? déjalo ir conmigo. — dijo tu madre pidiendo tu permiso.

— Pero...

— Estaremos bien, hay un patio lindo en el café donde él puede quedarse, si quieres puedes ir. — invitó aunque siempre te niegas.

— Ah, no gracias, cuídalo mucho, en serio. — retrocediste para cerrar la puerta, viendo al gato alejarse con ella.

— ¡Vamos Killukillu! — ahora hasta le dió un apodo. Era un hecho, ya era su gato.

El comportamiento no era normal, mucho menos cuando Killua nunca se había separado de ti, su personalidad era diferente, instintiva, se rehusaba a que lo acariciaras y ahora se iba con tu madre.

— No eres mío. — susurraste viéndolo subir al auto — Pero al menos eres felíz.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora