49.- Volverás a casa

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— Esto me recuerda a tantas películas que he visto, no pensé que viviría la experiencia. — dijiste mientras cargabas algunos trozos de madera que Killua había cortado previamente. — Su recuperación fué increíble, apenas se cerró la herida tres días después del ataque.

Tan sólo habían pasado dos días en la isla, donde descubrieron una gran extensión de flora y fauna para sobrevivir durante años.

Si es que tenían el tiempo suficiente. El sueño que parecía eterno resultó ser el inicio de una cruel pesadilla.

— Killua, ya traje lo que faltaba de la leña para la fogata. — llegaste a la pequeña casita de madera que había construido él solo en unas horas. — Que bueno que era lo último porque me astillé la mano.

Dejaste la madera en la entrada y llamaste a Killua nuevamente, pero nadie contestó.

— ¿Estará en el bosque? — te preguntaste mientras buscabas al rededor, lo llamaste nuevamente y no recibiste respuesta. — ¡KILLUA!

Al gritar su nombre con desesperación por no verlo, por fin recibiste una respuesta, pero no era la que esperabas.

Giraste tu cabeza al oírlo, observaste atentamente de dónde provenía el sonido emitido, casi en shock, el cambio que sufrió ya era muy notorio, un fino y esponjado pelaje blanco, su tamaño pequeño, lo único que prevalecía eran sus ojos, por eso lo reconoció.

— Miaw. — fingió el maullido de un gato ya que le pareció buen momento para hacer sus bromas idiotas ante cualquier desgracia. Por suerte, en conciencia, seguía siendo él. — Tu sueño se hizo realidad. — se sentó al borde de una roca meneando su cola.

Killua ahora era un gato.
Un gato de verdad.

— Dios... — tus ojos se llenaron de brillo, casi al borde del llanto. — ¿Te puedo acariciar? — llanto de alegría, claro.

— No.

— Amargado.

En el estado actual, su plan de vivir en la Isla se había visto limitado, aunque ambos parecían haberlo tomado bien, en realidad, estaban aterrorizados.

¿Qué harían ahora?

— Escucha... — dijo Killua con tono melancólico, rendido ante las circunstancias, te dijo la única frase que no querías escuchar de él. — tienes que volver a tu casa.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora