—Buenos días, chica linda, despierta. —susurró cerca de tu rostro, el aliento tibio de su boca golpeaba suavemente con la piel de tus mejillas. —Vas a perderte esto, no me dejes disfrutarlo solo.
El clima cálido y el viento relajante sumado a su voz y el roce de su cuerpo con el tuyo resultaban en un arrullo placentero.
—Bueno, tú lo pediste. — dijo Killua para comenzar a lamer y morder tu oreja, causándote cosquillas que te despertaron al instante.
—¡¡Aah!! ¡no me gustan los aretes! —exclamaste empujando a Killua para caer al suelo por impulso de la silla en que te encontrabas recostada.
Te llenaste de arena la cara y el cabello, sacudiéndote mientras intentabas abrir los ojos para saber en dónde estabas.
—No me digas que naufragamos otra vez. —te asustaste al ver el mar a unos metros de distancia.
Killua, que se encontraba en short, con el cabello recogido señaló detrás de ti, donde había una enorme cabaña de madera hecha de troncos y palma.
—¿Tú la construiste? —preguntaste aún ingenua. —¡¿Pues cuánto tiempo pasó?!
—4 años. —contestó Killua siguiéndote el juego —hasta tenemos 3 hijos, ¿ya lo olvidaste?
—¡¡¿Qué?!!
El albino soltó una gran carcajada al ver tu expresión encrispada mientras agarrabas tu cabeza en plena confusión. Pero al oírlo burlarse le arrojaste arena a los ojos en venganza.
—¡Aaah! ¡quema! —corrió como pudo al mar para lavarse. —¡¡Aahh!! ¡también el mar está salado!
—Y hasta ahora se da cuenta el pendejo.
Momentos después, con el cabello mojado y el cuerpo goteando, te llevó a conocer el interior de la cabaña, que en realidad pertenecía a una tribu que les dió alojo cuando estaban perdidos.
—Sé que no es el lugar que tenía planeado para nuestra luna de miel, pero al menos hay gente agradable, nos trajeron mucha comida. —señaló varios cestos de palma llenos de fruta tropical y pescado.
Tú volteaste a verlos por la ventana y enseguida te diste cuenta por sus atuendos adornados de partes humanas de qué tipo de tribu era.
—Killua, no mames, son caníbales.
—¿Ah, sí? —balbuceó tragándose una banana y abriendo un coco con sus garras— con razón no nos ofrecieron carne.
—No seas idiota, ¡nos quieren engordar para comernos!
—Da lo mismo —respondió lamiendo sus dedos y dirigiéndote una mirada perversa— el único que puede comerte soy yo. Ni creas que se me ha olvidado tu deuda pendiente.
—¿Cuánto? te lo depósito. —querías a toda costa alargar tu paz física, pero cuando el asesino se lo proponía, no se detenía hasta terminar con su objetivo.
—Tranquila, nunca haré que me pagues con dinero, para mi linda esposa siempre seré complaciente. —explicó rodeando tus caderas con sus manos, presionandolas contra su cuerpo y que así pudieras sentir la erección entre sus piernas— Créeme, una vez que termine contigo, te darás cuenta de porqué no necesitas entrenamiento como asesina.
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Alto ahí, gatito [+18]
FanfictionNo te tomas nada en serio, ni siquiera cuando te encuentras frente a frente con un asesino profesional. ¿Podrás ganarte su corazón o arruinaras todo como es tu costumbre? Deja de tener miedo a enamorarte, quizás esta vez sea tu turno de ser felíz. ...