46.- ¿Y si somos iguales?

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— No, no, tranquila, no vamos a lastimarte, esto va a gustarte, sólo cierra los ojos. — sugirió el chico mayor amenazandote al mostrarte que estaba dispuesto a obligarte a dormir con lo que traía en las manos.

— Prometemos no decirle nada a tu novio, así que, coopera con nosotros, ¿está bien? — dijo el cómplice deslizando las sábanas que te cubrian.

— Enseñanos lo que enamoró a la élite de asesinos.

— Estos tipos quieren usarme porque creen que soy fácil — pensabas mientras movías lentamente tu mano bajo la almohada —  ¿porqué de repente todos los idiotas a los que alguna vez yo persegui me persiguen? espera, Killua también hizo algo así, callate tarada, atraes a puro loco, digo, ¡no es momento de pensar en eso! ¡me van a violar y estoy como si nada! ¡actúa pendeja, actúa! — tomaste aquello que guardabas por seguridad bajo la almohada y te enfrentaste a tus temores por segunda ocasión — ¿Sabes qué? — dijiste al mayor que estaba sobre ti — Killua no me interesa,  ¿porqué crees que no está conmigo? lo mandé al diablo y si quieren saber la razón, es...

Encajaste en el cuello del invasor una filosa navaja que cargabas por seguridad desde el incidente del hotel. El chico de 17 quedó en shock y dió un paso atrás al ver que su amigo había muerto.

— Hey, tranquila, no ibamos a hacerte daño, por favor, déjame ir.

— Claro, ¿ustedes iban a dejarme ir si se los pedía por favor? — te levantaste de la cama acorralando al chico en un rincón. —No sé qué estoy haciendo — te decías a ti misma en mente al verte en esa situación— pero estoy tan frustrada, molesta, triste y decepcionada, que no me importa con quién tenga que descargar estas emociones. Ya lo había dicho antes... tengo graves problemas mentales.

Gritos de agonía fueron emitidos en dos partes diferentes del barco, pero gracias a la ruidosa celebración, nadie se percató de ello. Hasta que él mismo tomó el micrófono del DJ y paró la música.

— Ni el veneno ni las drogas me hacen efecto alguno. — confesó a la multitud — No vuelvan a meterse conmigo.

Killua había salido del cuarto dejando atrás dos cuerpos más a su lista de asesinatos impulsivos, cuanto más se acercaba a su camarote, lágrimas brotando de sus ojos arrepentidos le cegaban la vista.

Lo que había hecho rompió la promesa de no volver a matar a nadie, se odiaba por ser así, por no saber protegerte y amarte correctamente.

Encontró abierta la puerta de la habitación y tú estabas al pie de la cama sorprendiendote al verlo.

— Lo siento, no pude evitarlo... —  sollozaba Killua apenado de estar cubierto de sangre — estaban hablando mal de ti y yo... perdón, por favor, perdón...

Tú lo miraste con ganas de abrazarlo, tenías una navaja en las manos igualmente lleno de sangre.

— Killua, no tengo nada que perdonarte. — al verlo llegar así, te sentiste aliviada, encendiste la lámpara al lado de la cama iluminando los cuerpos apuñalados de los dos chicos que Killua reconoció de inmediato — también rompí la promesa.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora