44.- Dales lo que quieren

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Las luces multicolor, el sonido estruendoso del DJ, adolescentes y adultos saltando y manoseandose entre sí, nada de eso parecía una fiesta saludable.

— La música es muy fuerte, agudizar mis sentidos en este ambiente sólo empeoraría mi dolor de cabeza. — pensaba Killua intentando entender lo que estaba pasando mientras se sentaba en un sofá redondo, rodeado de multiples chicas con aspecto de rameras. Algunas de ellas sin duda lo eran.

— Killua, ¿tomaste tu pastilla? — interrogó la chica de 15 rozandole la mano con la suya.

— Sí — respondió notando el tacto con desconfianza — pero esas cosas no...

— Entonces quiero presentarte a unas amigas, son tus admiradoras. — señaló al grupito de alrededor.

— ¡Killua! ¡siéntate conmigo! — gritó una rubia de 17 entusiasmada.

— ¡No! conmigo, soy más amigable. — alardeó una castaña de piernas largas.

— ¡Yo tengo tu poster! — dijo una azabache gótica.

— ¿Tengo póster?

— ¡Sí! Lo acabo de imprimir yo misma. — le mostró una imagen del momento en que le entregan la copa del torneo y se está picando la nariz.

— Salgo horrible.

— ¿Te está gustando la fiesta? ?¿quieres bailar? — ofreció la de 16, encimando una pierna sobre él.

— Baila conmigo, ¡por favor! — rogó la rubia acercándose más.

— ¡Sí! bebamos un trago y bailemos todos juntos. — propuso la castaña levantando su vaso.

— Quisiera poder responder a lo que dicen si no hablaran todas a la vez — pensaba el disgustado Zoldyck intentando quitarse de encima a tantas cerdas — puedo distinguir hasta los susurros entre todo este estruendo musical, es como si leyera los pensamientos de todos a la vez.

Entre balbuceos y zandeces, alcanzó a distinguir una charla entre la de 15 y la de 16 del principio que le llamó la atención.

— ¿Se tomó la pastilla? — quiso confirmar la entallada de 16.

— Sí, ya se la dieron. — afirmó sonriendo la otra.

— Míralo, está tan serio, ya debió hacerle efecto. — observó la mayor riéndose.

— ¿Y qué esperamos? vamos a llevarnoslo, probemoslo antes que la chica borrego. — se levantó la menor terminando su trago — Me encanta, es lindísimo.

— Ah, Killua, ¿quieres ir con nosotras? hay algo que queremos mostrarte. — invitó la de 16 empujando al resto.

— Allí no hay tanto ruido. — añadió la de 15 — Ni luz. — guiñó el ojo a modo de complicidad.

— ¿En serio? — Killua sonrió con picardía al escucharlas — vayamos ya.

Sólo un asesino profesional sabe lo que significa estar con alguien en un ambiente sin luz donde no traspasa el sonido.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora