26.- Instinto natural

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— Dudo que haya ido muy lejos. — dijo Illumi cruzandose de brazos en el asiento de copiloto del auto, iba rastreando a su hermano menor con la última información de su ubicación —  se aburre pronto, lo que me sorprende es que no haya vuelto a casa tras la última advertencia de padre.

— ¿Cuales son las órdenes esta vez? — preguntó su compañero Hisoka, a quien contrató de último minuto para la búsqueda.

— Destruir las distracciones que entorpecen su madurez.

— Según las noticias, está con una chica. — sonrió Hisoka con picardía.

— Eso ya lo sabía, es normal después de recibir una de mis agujas.

— ¿Le implantaste una aguja y aún así no pudiste capturarlo? — expresó Hisoka con sorpresa, Illumi nunca había tenido problemas para controlar a los demás.

— Cometí un error. — explicó Illumi — Quería manipular su mente haciéndolo creer que era un gato... me arañó la cara y huyó.

— ¡Pff! ya... ya veo — Hisoka se aguantó la risa y recibió un codazo en el costado. — No me golpees, estoy manejando, podríamos chocar.

— Como sea. — ignoró Illumi centrado en su misión — sus nuevos instintos felinos lo llevaron a comportarse así, debo encontrarlo antes de que llegue a la fase de madurez.

— ¿Fase de madurez?

Hisoka permaneció en confusión unos instantes, Illumi tomó aire antes de seguir hablando.

— La etapa en la que los gatos buscan pareja para reproducirse.

— Mmm~ interesante. — se relamio los labios haciendo que Illumi abriera los ojos como platos totalmente preocupado.

— Empiezo a creer que fué una mala idea pedirte ayuda.

Los gatos hacen mucho más ruido por las noches.

No hay manera de calmar ese instinto.

Aumenta cuando tienen la urgencia de cubrir necesidades biológicas.

Esas necesidades incluyen el apareamiento.

Llevaban apenas dos horas desde que el barco zarpó, dieron un pequeño adiós a ser nómadas terrenales, era momento de disfrutar del mar y el cielo.

Eso creíste, ya que de momento quedó en segundo plano la paz y tranquilidad, opacado por los ojos azules lujuriosos y la jadeante boca que rogaba un beso tras otro, sus piernas a los costados de tus mulsos apoyandose sobre tu cuerpo.

Podía sentirse en su entrepierna aquello tan duro que se ocultaba bajo su ropa interior.

— Ki...Killu...aah~ — dejaste escapar el primer jadeo cuando sus frías manos se adueñaron de la piel bajo tu ropa interior.

— Silencioo~♪ — Susurró melodioso en tu oído. — Llegamos juntos, nos vendremos juntos.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora