22.- No querrás saber

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Tuve un corazón roto por mucho tiempo, no tenía interés ni esperanza en encontrar alguien para pasar la vida. Creí que si viajaba por el mundo no necesitaría preocuparme por eso.

Qué equivocada estuve, nunca me sentí tan sola como cuando empecé esta travesía sin alguien con quien compartirla.

¿Porqué no pude verlo antes? estaba tan centrada buscando mi propia felicidad que no me di cuenta cuando llegó. La felicidad no es un camino, es una elección.

— ¿Verdaderas intenciones? — tragaste saliva al sentir cómo sus garras cortaban la tela de tu blusa favorita sin apartar la mirada de la tuya, ¿cómo podía ser tan aterrador y lindo al mismo tiempo? ah, cierto, tú. La emocionalmente inestable. — ¿Qué va a hacerme? — pensaste al estar paralizada por el sorpresivo cambió de actitud del chico — ¡me está rebanando la blusa! ay, ojalá también me rebane la...¡reacciona! ¡no es momento de pensar en cochinadas! estabas deprimida... ¿p...porqué estabas deprimida? mira lo que tienes en frente, tonta. — Como dije, emocionalmente inestable.

— Aquí está nuestra selección de vino traída de... ay mamá... — se asustó el empleado del hotel al ver a Killua lamiendo tu escote.  — Peperdón popor l...la inteterrupción, cocon permiso. — tartamudeo dejando las botellas en el suelo para luego retirarse murmurando para sí mismo. — Por eso me gusta mi trabajo.

El corazón te iba a mil por hora, sentiste que podías hacerle competencia a los latidos de un ratón.

No escuchaste la respuesta de Killua por pensar en tonterías, pero su lengua húmeda en tu cuello te hizo estremecerte, así que tenías una idea de sus palabras. Quería algo contigo.

Cerraste los ojos, no supiste en qué momento tus manos viajaron alrededor de su cuello, entrelazandose con los rebeldes cabellos blancos, suaves, como abrazar una almohada de plumas, te dijiste muchas veces que no lo merecías, que no podía suceder, pero en el fondo deseabas que fueran mentira su mentiras. Que sus preguntas atrevidas tuvieran algo de verdad en ellas, pues te cansaste de escuchar falsas esperanzas.

De pronto, todas esas frases de los chicos que te gustaban, rondaron por tu cabeza una tras otra, tratando de abrir más las heridas que nunca cicatrizaron.

"Hola, linda, me apena hablarle a las chicas bonitas, así que... ¿me presentas a tu amiga?"

"Lo siento, no me gustas, llévate tus chocolates, niña rara."

"Eres fea, ¿qué te hizo pensar que me gustabas?"

"Mírate al espejo, te vas a quedar sola."

"Me das asco. No me vuelvas a hablar, por favor."

"Bromeas, ¿verdad? sólo somos amigos, ¿oíste?"

"Hey, tú. Me gustas, jaja, oigan, miren, ella se lo creyó, paguenme, les dije que caería, está desesperada."

"No puedo creer que le dijeras que te gusta, ¿no te cansas de ser humillada? deja de ridiculizarte, ubícate, rarita."

Y ahora él, al llegar lo cambió todo de una manera fugaz, rompiéndo cada una de tus barreras limitantes, el escudo que te impidió caer nuevamente.

— No quiero una oportunidad, sólo quiero que esto sea real, Killua... — Suplicaste con ojos llorosos de tristeza y felicidad, ahogada en la duda por saber si era juego más o esta vez iba enserio.

Killua Zoldyck, asesino profesional de élite y prestigiosa familia, adolescente rebelde y malcriado, inteligente y audaz, atractivo y desvergonzado, decidió ser honesto y directo a partir del momento en que contestó tu pregunta.

— Ahora sabes que nunca quise ser tu amigo. — respondió frío y provocativo desprendiéndose de su camisa, mostrando un impactante abdomen digno de tu tentación.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora