48.- Nueva promesa

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— Todo esto es mi culpa — dijiste mientras juntabas conchitas de la arena a un metro del gato herido —  para empezar no debí haber estado ese evento, ahora tu familia quiere verme muerta y llevarte de regreso a tu casa, tienes una pierna lastimada y soy tan inútil que no sé brindar primeros auxilios como se debe.

— En eso último no tengo objeción, el vendaje te quedó pésimo.

— Tonto. — le arrojaste una conchita que él esquivó sin moverse, porque tienes muy mala puntería.

— No te preocupes por mi familia, si se siguen metiendo en mi vida personal nunca regresaré. Y sobre eso, no es tu culpa, yo también cometí errores, el hecho de estar contigo ya era peligroso y yo lo sabía, haré lo que tenga que hacer para cuidarte, incluso de mi familia o de la tuya. — A pesar de estar en malas condiciones te sonreía como si nada más le importara.

— ¿Nos quedaremos aquí mucho tiempo? — preguntaste observando el inmenso mar. Su aventura se convirtió en un desolado naufragio.

— Si regresamos ahora te llevarán a prisión. — dijo Killua causandote gran sorpresa.

— ¡¿A mí?! ¡¿porqué sólo a mí?!

— Porque yo soy inmune a las normas comunes, ser un asesino profesional significa que puedo pasar por encima de la ley diciendo que es parte de mi trabajo y me han pagado por ello, como nuestros clientes son anónimos, nadie cuestiona si matamos a alguien frente a una multitud, pero otros pueden salir afectados si cometemos un error, en este caso, tú estás en la mira de mi familia y quizás de algunos otros interesados en amenazarme para que me entregue a mis enemigos, eso desprestigiaria a mi familia para que otros piensen que los Zoldyck no son tan fuertes después de todo... — al verte triste, Killua detuvo su explicación y se acercó arrastrándose sobre la arena hasta quedar muy pegado a tu cuerpo para abrazarte — así que no te separes de mi.

— Desde que te conocí no lo he hecho — sonreiste al recordar el momento en que acariciaste su cabeza y su expresión uraña cambió, a partir de ese momento cambió tu vida en todo sentido, la destruyó para reformarla — estamos metidos en esto juntos, de la manera en que pueda también quiero cuidar de ti. — al decir eso, sentiste una leve mordida en tu cuello — eh... ¿q...qué haces?

— Tengo ganas, estamos solos en esta isla y ya que nos quedaremos... — rodeó tu cintura metiendo sus manos bajo tu pantalón — ¿qué importa si iniciamos una nueva familia aquí mismo?

— Hey, ¡atrás fiera! — le pegaste en la mano — ¡o te toco la pierna mala! — moviste su pierna ligeramente haciéndolo quejarse.

— ¡Oye, duele!

— Jaja — te burlaste por poco tiempo porque Killua estaba fingiendo, en realidad puede soportar el dolor perfectamente, pero tú no — ¡¡aah!! — gritaste al ver que se abalanzó sobre ti para hacerte cosquillas.

Cuando el sol se metió, ambos hicieron una fogata y asaron un par de peces extraños, ya sabes que en este mundo todas las especies son raras. Sin embargo, él sonreía y verlo así te daba esperanza, no tenían un hogar, estar juntos los hacía sentirse como en uno.

Quisieran admitir que este fué su final felíz, pero no habían recorrido ni el inicio del camino, tan sólo cerraron un pequeño ciclo en el que rompieron una promesa para formar otra.

— A costa de todo — susurró en tu oído para darte un beso en la mejilla y mantenerte abrazada frente al calor del fuego — nos protegeremos mutuamente.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora