8.- Gato de dos patas

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— Pero estoy retirado. — justificó el asesino esperando ganarse tu aprobación.

— Sí, claro, retirado del manicomio, llamaré para reportar un fugitivo. — amenazaste tomando tu móvil.

— Te lo puedo demostrar. Soy un asesino, fuí entrenado toda mi vida para ello. ¿Porqué crees que pude seguirte hasta donde vives y entrar a tu casa sin que lo supieras?

— Porque eres un peligroso acosador psicópata y perverso.

— ¡Te juro que no es así! no soy ningún pervertido, a menos que me provoques~ — advirtió con una mirada atrevida.

Era tan sexy y aterrador que marcaste al 911.

— ¿Hola? ¿Policía?

— ¡No! ¡cuelga! ¡cuelga! — exclamó Killua arrebatandote el móvil.

— ¿Qué haces? ¡dame mi celular y vete de aquí! ya te agradecí por lo que hiciste, incluso puedo pagartelo, "aunque me pase 40 años trabajando como esclava" pero déjame en paz. ¿Sí?

— No puedo volver a casa. — confesó cabizbajo regresandote el teléfono.

— ¿Porqué no? — preguntaste por curiosidad, no es que seas chismosa.

— Si no soy un asesino, entonces no les sirvo de nada, renuncié a todo eso y ahora vivo por mi cuenta. La cuestión es... que no sé a dónde ir por ahora.

Después de escuchar su pequeña y poco creíble versión, lo pensaste un momento para dar tu opinión al respecto por pura educación.

— Te llamas Killua, ¿no? puedo hablar con la casera para que te rente una habitación diferente. — ofreciste en vista de hacerlo dejarte tranquila.

— No. Quiero estar contigo, en tu habitación, en tu cama. — volvió a poner esa carita gatuna el hijo de su asesina madre.

— Ya, largo de aquí. — te colmo la paciencia y abriste la puerta para que se fuera antes de que lo golpearas o volvieras a llamar a la policía.

— ¡Espera! ¡lo dije en broma! ¡no haré nada pervertido! lo prometo. Sólo déjame estar contigo, ir a donde vayas, si encuentro algo que me interese te dejaré en paz. Lo prometo. — suplicó poniéndose de rodillas dramáticamente, bajando la mirada para ocultar un pequeño color carmesí en sus mejillas — "Si encuentro algo que me guste más que tú." — corrigió en su mente.

— Ash... — Estabas tan cansada de los problemas que lo ultimo que querías era volverte enemiga de un supuesto asesino y más que nada sentías que debías ayudarlo de alguna manera y pagar lo que él hizo por ti el día anterior, como un ojo por ojo — lo pensaré — apenas dijiste eso cuando Killua se puso de pie sonriendo como un niño consentido — ¿quieres desayunar?

Viste su cara de gato anhelando comida y por tu mente pasó la idea de darle atún y leche. Pero nunca le dirías que tu debilidad eran los gatos, cerraste la puerta y pasaste a la cocina para preparar por primera vez en tu independencia comida para dos.

— Estoy segura de que acabo de meterme en un problema más, con los "pocos" que tengo. — Te decías mentalmente mientras Killua se arrojaba a tu cama y jugaba con las almohadas sin que te dieras cuenta — A ver, piensa, si él se queda, compartiremos el alquiler y los gastos de internet, quizás él se pueda encargar de limpiar y yo cocino, o no... que él haga las compras y yo los quehaceres, o...

— ¿Qué es eso? — Susurró en tu cuello atraído por el olor de los macarrones instantaneos que recién abriste.

— ¡¡Aaahh!! — tiraste los macarrones por los aires al sentir el cálido soplido de sus labios en tu cuello — ¿Porqué apareces así? Al menos has que suenen tus zapatos, pisa fuerte, yo qué sé. — regañaste juntando los macarrones uno por uno dándoles el pésame.

— Los asesinos profesionales somos extremadamente sigilosos. Ya es una costumbre.

— Deja de decir que eres un asesino como si fuera normal, me pones nerviosa.

— Tranquila, no voy a asesinarte, a menos que no me dejes quedarme.

— ¡¿Qué?! ¡¿Ahora porqué me amenazas!?

— Estoy jugando, no te molestes.

— ¡No bromees con matarme! — le arrojaste un macarrón a la cara — no es gracioso, es aterrador.

— Bien... no lo mencionaré otra vez, lo prometo. — levantó la mano haciendo un ademán de juramento tirando de nuevo los macarrones que llevabas en las manos y regandolos por todo el piso.

— TE VOY A... — te detuviste un segundo antes de meterle una patada y respiraste como te enseñó tu psicólogo — ...pedir una pizza.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora