60.- Ya no me duele

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El tiempo pasaba como una eternidad para ti, que te habías vuelto casi un parásito y no era para menos, tu hermano te lo recordaba cada vez que podía.

Hacías preparativos para la comida y el quehacer de la casa para pasar el tiempo ocupada. No todo el tiempo podías evitar topartelo.

Entre la despensa de la alacena, mientras buscabas pimienta, agarraste una caja que te llamó la atención, sus colores eran inconfundibles.

— Son... chocorrobots. — dijiste en voz baja, no habías tenido la oportunidad de probarlos ya que cierto chico apareció en tu vida, esa parecía alguna señal de que podías empezar de nuevo, una señal de esperanza. Abriste el paquete y comiste algunos, analizando el sabor lentamente para luego pasartelos con mucho esfuerzo por la garganta, recordando lo que significaban para ti. — saben horrible.

¿Y cómo no? si ya estaban caducados.

— Husmeando la cocina como una rata — irrumpió la voz alternando la paz por guerra en una frase — aunque seas una clara decepción para nuestros padres, te siguen mimando y consintiendo en lugar de reprenderte y enviarte a trabajar.

— Déjame sola. — contestaste naturalmente, con lo mal que estabas ya no tenías tiempo oara sentirte nerviosa, incluso, estabas dispuesta a ofenderlo sin importar las consecuencias — Búsca tú un trabajo, eres mayor, ¿no se supone que ya eres ingeniero en programación?

Ni siquiera te atreviste a mirarlo pero lo confrontaste y eso lo enfureció.

— Vaya, vaya, la niña ya se ha convertido en adulta. — sin que te dieras cuenta, tomó tu cabello y te derribó al suelo sin piedad — para tu información, yo tengo un trabajo desde casa, terminé mis estudios y me falta poco para salir de esta podrida familia, no voy a cometer los errores que tú hiciste para venir a llorarle a esos dos inútiles iguales a ti, si he intentado ser buen hijo fué sólo para que me pagaran los estudios, pero la verdad, es que no los considero, ni nunca los consideraré familia. Así que no te atrevas a hablarme como si fueras superior a mi, tú, maldita cucaracha.

Terminaste adolorida en el suelo por el golpe en tu cabeza y espalda al caer.

Tu hermano se fué minutos antes pero seguías inmóvil boca abajo, sin embargo, ni una sola lágrima salió de tus ojos, apretaste los puños tan fuerte que sangraste tus palmas con las uñas.

— Soy una Zoldyck. — dijiste mientras sangre de tu frente rodaba entre tus ojos. — Tus golpes ya no me duelen, tus torturas sólo me entrenaron para soportar el dolor, tus humillaciones no me hacen efecto, ya no tengo miedo. — tomaste un cuchillo de cocina y te dirigiste arriba. — Soy una Zoldyck. Y tú serás mi debut.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora