35.- Calma a tu perra

2.5K 310 106
                                    

— ¡Deja de agredir a mi novio! — chilló la chica sacando su celular — ¡Voy a llamar a seguridad!

Killua ni siquiera le tomó atención, sus dedos empezaban a deformarse en forma de garras de forma discreta.

— Jaja, ¿tu novio asesino quiere hacerse el malo? se nota que no sabe quien soy. — bufoneó el chico levantándose del suelo con cierta dificultad.

— No me interesa quién seas. — declaró Killua amenazándolo con su garra izquierda para no soltarte la mano — Sólo aléjate de ella.

— Créeme, jamás me importaría ni hablarle. — dijo el chico esperando que lo dejasen en paz, ocultando el terror que sintió al ver cómo el albino lo amenazaba con garras afiladas.

— Ella fué la que se le acercó a coquetear. — siguió ofendiendo la novia del tipo — así que calma a tu perra.

El último comentario fué resentido con odio por parte de Killua, y aunque no estabas de acuerdo en que golpeara a una chica. Esas cosas se podían arreglar entre mujeres.

Tomaste una parte del florero que no se había roto y la rompiste sobre su cabeza, disfrutando el impulso de cerrarle la boca a punta de golpes.

¿Así se siente actuar por instinto? Qué hermosa sensación.

Pero todo tiene consecuencias.

El personal de seguridad se acercó a detenerlos y por poco fueron expulsados del crucero.

— Jefe. El chico del cabello blanco... es hijo de la familia Zoldyck. — dijo temeroso uno de los empleados de seguridad al revisar las identificaciones.

No hacía falta buscarse problemas con una familia de asesinos. Los liberaron unos minutos más tarde. Con una condición.

— Pueden permanecer todos en el barco durante el evento de skaters, ya que los dos se anotaron como participantes. — explicó el jefe de seguridad. — Pero el que pierda deberá abandonar el crucero y pedirle disculpas públicamente al otro.

— Acepto. — respondió de inmediato el chico que ya había recibido medicamento para el dolor. — Llevo dos años consecutivos ganando el trofeo, soy actualmente el mejor del país, merezco esa disculpa, de ambos. — te dirigió la mirada acusadora pero ya no sentiste temor, te agarraste fuerte del brazo de Killua.

— Confío en ti, gatito. — le devolviste el cariño besando su mejilla.

— Tengo algo que decir. — habló Killua con las mejillas ligeramente rojas por el beso. — No traje patineta.

Tu mente quedó en blanco, al igual que la de todos en la sala de seguridad.

— Santo dios, yo renuncio, me voy a tirar por la borda.

Alto ahí, gatito [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora