Capítulo 44

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Para cada ser que nace con el Alba, existe una parte suya cubierta por la oscuridad más inmensa.

Allí estaba ella, sumida en la oscuridad mientras que con sus ojos cerrados oía gritos y llantos. No sabía lo que ocurría, solo sentía el dolor en el ambiente, el olor de la sangre y la atmósfera llena de energías demoníacas alrededor.

Una matanza...

Mucha muerte...

Mucha sangre... pero, ¿de quiénes?.

Abrió los ojos y se encontró con un escenario bastante peculiar. Estaba dentro de una cueva lo suficientemente profunda y como para albergar hasta mil personas, tal vez un poco más. A los costados de ella, los jóvenes gemelos hacían guardia a la par que varios otros chicos se encontraban en guardia, como esperando algo o a alguien.

Afuera el alboroto era gigante, los gritos aumentaban conforme los segundos pasaban. Una de sus manos tocó el medallón en su pecho y las almas a su alrededor dejaron los cuerpos de sus portadores, acercándose a ella y dándole fuerza para ponerse en pie. Ya con todos los cuerpos muertos en el suelo, vislumbró algo similar a una espada al inicio de la cueva. Inuyasha la esperaba con una sonrisa macabra y las manos llenas de sangre.

- He venido, ¡a tomar tu vida!.

.........

- Nuevamente tiene fiebre...

- Pobre chica...

- Antes no estaba así...

- Deberíamos de hablarle a Kagome...

.........

Dakotsu se removió en su sitio, encontrándose con una cálida mano sobre su frente.

- Ya no tiene fiebre.

Esa era la voz de Kagome, lo que la hizo abrir poco a poco los ojos. Al lado de ella, pero un tanto más alejado, se encontraba Inuyasha y los recuerdos de aquel extraño sueño comenzaron a inundarle la mente. Se encontraba cansada de ello, tener fiebre y no saber cómo controlarlo. Si lo que pudo sentir en el sueño era Real, se volvería más fuerte una vez que absorba las almas de las personas.

- Dakotsu, ¿me oyes?.

La joven siguió la voz luego de haber estado tan centrada en el techo de la cueva. Suspiró un poco y asintió encontrándose con los amables ojos de la sacerdotisa.
- ¿Cuánto tiempo estuve dormida?
También quería preguntar el por qué seguía en aquella cueva, había creído que si la encontraban, la llevarían de vuelta a la aldea.

- Solo un par de horas. Te veías muy mal así que decidimos tratarte aquí.
El tono de voz y la mirada de Kagome demostraban preocupación, también como si quiera decir algo más. Más no lo dijo y simplemente acarició la mejilla de la menor.
- Regresaremos tan pronto recuperes tus fuerzas.

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