Capítulo 58

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"El  destino  es  el  que  baraja  las  cartas,  pero  nosotros  somos los  que  jugamos."

...

- Entonces mi juego va de mal en peor ¿no es así?.
Pero lo peor del caso, es que comienza a gustarme.

...

Una sonrisa afilada apareció en el rostro de Dakotsu al tomar lo que parecía un trozo metálico, el cual había sido traído hasta ella por un par de avispas carmesí, al colocarlo a la altura de sus ojos, el sol lo reflejó y notó que aún poseía algo de filo.

Últimamente se sentía más fuerte, más segura de sí misma y capaz de utilizar aquella energía para crear seres capaces de ayudarla. Mientras había estado esperando a por Kanna y Kagura, la joven pelinegra había aprovechado para crear a partir de su sangre un par de avispas carmesí, solo para comenzar. Al notar que las mismas no desaparecían ni decaían en pequeñas gotas de sangre, se sintió más animada para crear por lo menos una o dos docenas de las mismas, entregándoles como tarea encontrar sitios clave donde habían estado los 7 guerreros, otros, observar los movimientos de la sacerdotisa y el hanyo.

- Esto aún posee la energía de Suikotsu.
Comentó de manera suave observando la pieza. Kanna se acercó unos cuantos pasos y asintió ante ello, la albina también podía sentirlo, al igual que Kagura quien se encontraba a unos buenos metros de ambas y con los brazos cruzados.

- ¿Está bien dejar a esos insectos vagar por quién sabe dónde?.
Mencionó la mayor comenzando a caminar hacia ambas.
- Cualquiera podría reconocerlas, cualquiera que las vio durante el ataque anterior supondría que no fue sólo una coincidencia y que además de ello, poseen a alguien que les da órdenes.

Dakotsu guardó la pieza entre las telas de su túnica y luego ladeó la cabeza hacia ella, aún mantenía una pequeña sonrisa.
- Si ese es el caso, que vengan, los estaré esperando. Después de todo, aún estoy pensando que podría juntar más almas en este medallón.
Dicho esto, hizo énfasis en sus palabras palpando ligeramente los contornos de la pieza que colgaba de su cuello.

Kagura solo pudo rodar los ojos. Tratar con una niña, lo suficientemente arrogante como para no temer a la muerte o a cualquier otra cosa, le daba dolor de cabeza.
- Me adelantaré.
Comentó para seguidamente desaparecer ante los ojos de las mismas montando su pluma, Dakotsu entre cerró los ojos observandola conforme se alejaba.

- Aún tengo la sensación de no poder confiar en ella.
Comentó a la pequeña albina que también mantenía la mirada hacia arriba, donde su hermana se alejaba cada vez más perdiéndose de vista entre las nubes.
- ¿Qué debería de hacer?.

La última pregunta sorprendió a Kanna. Jamás imaginó que la pelinegra pediría un consejo, o como fuera que se llamaba aquello. Pero no le respondió, supuso que la pregunta iba más para ella misma que para la persona que le acompañaba. Se preguntó si en ese momento, Dakotsu volvía a tener una lucha interna.

- Kanna, continuemos.

Dakotsu sabía que tarde o temprano Kagura sería de mucha ayuda. Aunque no lo admita, ya la había ayudado en el pasado, cuando se había quedado sin energía y casi son descubiertas por Inuyasha y los demás. Lo que más alteraba su mente, era que no tenía idea aún del cómo sería de ayuda. ¿Será que aún era demasiado temprano?. Puede ser.

•°•°•°•°

- Hola, jovencitas. Pasa, pasa. ¿Quieres algo de beber? Hice té de hierbas esta mañana.
Habían llegado a un pueblo cerca de las montañas, donde se rumoreaba que un hanyo de cabellos blancos junto a una sacerdotisa, una extermiadora y un monje habían ido ante un pedido de ayuda. Ya hacía tiempo de ello, pero se había vuelto una historia que atraía a muchas personas para oír el resto de la misma o simplemente para curiosear por el sitio.

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