Capítulo 26

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Kagome abrió los ojos repentinamente ante una sensación bastante familiar, una que hace años no tenía posibilidad de percibir. Palideció al darse cuenta de que no era su imaginación, de que por algún modo que ella desconocía, lo que alguna vez fue destruido por ella misma había vuelto.

- ¿Q... Qué es esto?.
Colocó una mano sobre su pecho y se incorporó sobre su lecho, notando que estaba sola en aquella habitación.
- Pero si es...

Sin darse más tiempo de terminar la frase en su mente, se cambió y salió corriendo hacia donde se supone la anciana Kaede seguía durmiendo.

- ¡Anciana Kaede! ¡Anciana Kaede!.
Ella corrió y siguió gritando en nombre de la mujer esperando a que respondiera.

La puerta se corrió y la aludida se sorprendió al observar el rostro de quien con mucha insistencia clamaba por ella.
- Kagome, ¿ocurrió algo?.

Ella asintió y Kaede pudo notar algo de terror en su rostro antes de que ella hablara.
- Pude percibir la esencia de la perla. Lo raro, fue que no de la forma en que antes la sentía. La energía fue bastante fuerte.

- ¿La perla de Shikon?.
La anciana no pudo creer lo que había escuchado. Todos estaban al tanto del final de aquella joya, el cómo la chica que tenía en frente había sido la causante principal de que la misma haya desaparecido.
- ¿Estas segura Kagome?.

- Si.
Asintió firmemente mientras aún sentía aquella opresión en el pecho, una sensación nueva, una que indicaba que muchas cosas iban a cambiar.
- Tengo que encontrarla.

- Si es cierto eso de que la perla a vuelto, es importante que sepamos donde está localizada. Puede ser muy peligroso si cae en manos equivocadas, a pesar de que Naraku haya desaparecido, la perla se Shikon sigue siendo un arma bastante poderoso para cualquier ser.
Ella caminó hacia el exterior y levantó la vista hacia el horizonte, donde el sol comenzaba a nacer.
- Kikyo, tu sabrías lo que está ocurriendo.

Kagome observó donde los ojos de la mujer se encontraban con el sol naciente, donde los rayos naranjas se hacían más difuminados hasta dejar el cielo tan claro que el azul comenzace a reinar sobre el horizonte.

- Kagome.
Kaede la sacó de sus pensamientos para luego volver la vista hacia ella. La anciana aún mantenía la vista hacia al frente mientras continuaba hablando.
- Necesitarás ayuda, es recomendable que no vayas sola. Si es cierto eso de que la perla a vuelto a existir y con una magnitud bastante alta, significa que será difícil conseguirla.

Ella asintió ante las indicaciones de la mujer y seguidamente se despidió de ella para luego ir en búsqueda de Sango. La misma se encontraba tendiendo la ropa, mientras que las gemelas, ya adolescentes, la ayudaban con la labor, Miroku se encontraba sentado debajo de un árbol meditando con Mijatsu, que tendría más o menos ya 14 o 15 años. La ausencia del Hanyou se le hizo extraño.

- ¿Dónde está Inuyasha?.
Preguntó dando algunos pasos hacia donde sus amigos se encontraban.

- Ah, Kagome.
Sango dejó lo que hacía para prestar atención a la recién llegada.
- Hace unos momentos se fue, dijo que algo raro en el aire captó su atención. Seguro... Ahí está.

Efectivamente. El mencionado se hacía presente ante sus amigos, sus brazos cruzados, su vista baja y una mueca torcida dieron por hecho de que algo estaba mal.

- ¿Ocurre algo Inuyasha?.
El monje se puso de pie y caminó hacia el mencionado, seguido de ambas mujeres.
- Por tu cara noto que hay algo que te perturba.

El Hanyou levantó la vista y soltó un pequeño gruñido.
- Atacaron una aldea y se derramó mucha sangre. Tanta que puedo olerla desde aquí.

- Demonios.
Dijo Miroku con un volumen bajo e Inuyasha asintió.

- También puedo sentir la energía maligna, padre.
Coincidió el joven monje.

Dakotsu se había hecho oír.

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