Capítulo 52

34 6 0
                                    

Detestar a los humanos y desear su muerte eran cosas completamente diferentes, mas la joven peli naranja daba a entender que ella tenía el paquete completo consigo. Eso sorprendió un poco a Dakotsu, lo que la llevó acercarse unos centímetros hacia la mayor.
- Según tengo entendido, su manada no ataca humanos. ¿Hay algún resentimiento en especial dentro de todo esto, además de lo que acabas de mencionar?.

Katana no respondió a ello, sino que volteó la cabeza para poder mirarla con la frente ligeramente arrugada. Ya no tenía aspecto de aquella joven alegre y sociable con que la había visto cuando se conocieron, de hecho, la primera vez que la vio al menos sonreía a pesar de haber sido con malicia. Había creído que ella era la sonriente y su hermano el serio, pero al parecer habían cosas que aún debía de actualizar.
- No es de importancia.
Volvió la mirada hacia el frente. Ya no se podían divisar muchos demonios y el fuego había sido extinguido la mayor parte, la joven olfateó el aire y tan pronto notó lo que ocurría, antes de poder siquiera evitarlo un demonio araña cayó sobre ambas inmovilizando a cada una con sus largas y peludas patas.

- ¿Acaso pensaban que podían permanecer ocultas mucho tiempo?.
Se burló aquella cosa que poseía el cuerpo de una mujer desde la cintura para arriba. Ella se acercó primero a Katana y mostró sus dientes afilados a la par que sonreía.
- Vaya, pero qué tenemos aquí. Una de los gemelos del líder, pero si eres preciosa. Yo también solía ser así de hermosa como tú, todos los hombres me cortejaban... ¡Hasta que un demonio de las cavernas me convirtió en ésto!. ¿Tú crees que aún sigo siendo hermosa?.

Dakotsu estaba temblando. No estaba segura si era de miedo o por cualquier otro factor, sus manos estaban en puños. Se sentía débil y no podía hacer nada contra esa abominación. Sacudió el cuerpo a la par que la araña volteaba hacia ella, su sonrisa se hizo más pequeña y en su rostro se dibujó una expresión de alguien viendo de manera tierna a otro ser.
- Lo siento, querida. Creo que te dejé de lado, pero tú también eres muy hermosa.
Se acercó a ella, pero no se conformó con solo hacer eso y con su larga lengua delineó la mejilla de la pelinegra dejando un fino rasgo húmedo. La joven gruñó ante el acto y volvió a sacudirse.

No tenía miedo, ahora lo sabía. La sensación, la energía de aquella araña se complementaba con la suya de algún modo, como si una estuviera ligada a la otra, como si ella pudiese tomar prestada su energía y hacerla suya.
Dakotsu sostuvo su mirada, los ojos de la mujer eran de un color morado bastante oscuro y cuando se encontraron con los ojos de la pelinegra, sus pupilas disminuyeron de tamaño en un segundo. La mujer soltó a ambas chicas, sin despegar su mirada de la joven que la observaba de manera tranquila pero con una gran intensidad en sus orbes, las cuales cambiaron a un tono rojo similar a la sangre.

Hubo un grito desgarrador al mismo tiempo que las peludas patas se retorcían en el suelo a la par que la mujer trataba de escapar de aquel contacto que, por más que trataba, no podía evitar que los orbes carmesí absorbieran su propia esencia. Unos segundos después, el cadáver de la araña cayó al suelo emanando una especie de aroma horrible junto con una pequeña columna de humo. Parecía como si hubiera sido quemada.

Katana no podía creer lo que obserbaba. Su respiración era trabajosa hasta hace unos segundos, pero tan pronto observó como la menor acababa con aquel demonio, había olvidado el como respirar.
- Dakotsu...
Su voz salió demasiado suave, como si sus cuerdas vocales no desearan ayudar. La mencionada volteó hacia la chica y ésta se paralizó al aún observar aquellos ojos rojos. No comprendía lo que ocurría, y así como se había animado de la nada a pronunciar aquel nombre, sintió como si el peso de ello cayera sobre su cuerpo haciéndole perder por completo la fuerza. Cayó a un costado y tan pronto su cabeza tocó la tierra, sus ojos se cerraron.

A la par, Dakotsu cayó a un costado. Estaba tosiendo, una mano apretaba su pecho como si su corazón pudiese salir en cualquier instante. Gritó desde lo más profundo de su ser, ella sabía que haber utilizado aquella pequeña chispa de energía para hacer olvidar a Katana y dejarla inconsciente había sido demasiado, su cuerpo comenzaba a protestar.
- Ka... Kanna...

Fue lo único que logró pronunciar antes de caer en la completa oscuridad de la inconsciencia.

La 8vaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora