Capítulo 12

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- Kanna, cuánto tiempo más durará el proceso?.
La estancia estaba en completo silencio, excepto por los pasos ansiosos de Kagura.

Luego de que los insectos hayan traído los fragmentos que alguna vez pertenecieron a los 7 Guerreros, Kanna comenzó a trabajar en la mezcla que Naraku había pedido. Ellas ignoraban lo que tenía en mente, pero no lo discutieron cuando él dijo que no había necesidad de que lo supiera.

- Ya casi está lista. Sólo una cosa más...
La voz de Kanna era suave, pero Kagura pudo ver un atisbo de oscuridad en ellas.

- ¿Qué?.
¿Realmente ella quería saberlo?.

- Un alma pura. La de un niño recién nacido.
Kagura volteó a verla con curiosidad, pero ella continuó hablando.
- Quiero que busques a un niño recién nacido, y lo traigas aquí. Yo me encargaré de tomar su alma.

- Bien.
Sin nada más que añadir Kagura tomó la pluma en su pelo y voló fuera del castillo, en busca del infante que Kanna necesitaba para terminar la mezcla.

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Kagura había llegado a una aldea no tan poblada, algo le decía que allí encontraría lo que buscaba; efectivamente, un aura pura se encontraba en una de las chosas.

Sin importarle las miradas confusas y murmullos de las personas, ella ingresó al lugar de donde aquella energía provenía. Allí yacía una mujer y a su lado el infante que llevaría junto a Kanna.

Al dar unos pasos hacia el bebé, la mujer abrió los ojos asustada.
-¿Quie... quién eres?. ¡Deja a mi hija!.
La mujer estaba cansada, exhausta y no tenía fuerzas para levantarse cuando Kagura tomó en brazos a su pequeña.

Ella simplemente la miró, dió media vuelta y salió del lugar; la voz de la mujer se agudizaba con cada paso alejado que daba. Volvió a mirar a la mujer y arrugó levemente la frente.
- Pero que fastidio.
Y con un sólo movimiento de su abanico, la mujer quedó completamente inmóvil, en un charco de sangre.
Varios aldeanos corrieron al auxilio de los gritos de la mujer, pero ellos también terminaron de la misma forma.

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- Volviste pronto Kagura.

- El encargo que me hiciste fue fácil de conseguir, no tuve dificultad alguna. Sólo uno que otros aldeanos a los cuales tuve que apartar de mi camino.
Caminó hacia Kanna con el bebé en brazos y la tendió hacia su dirección.

Tomó su espejo e hizo que el infante se reflejara en él, poco a poco las almas de la niña fueron transferidas a través del cristal acallando la respiración de la misma; dejándola sin vida alguna.
Kanna tomó su lugar ante el recipiente que contenía los demás ingredientes y dejó que las almas se fusionaran con la mezcla, creando una especie de líquido nada espeso con el color mismo de la sangre.
- Está hecho.

- Ahora sólo hay que esperar a que las marionetas lleguen...
Como si las mismas hubieran sido convocadas, réplicas exactas de los 7 guerreros se materializaron ante sus ojos. Naraku había anunciado que aquellas marionetas serían tan perfectas que ni ellos mismos notaría la diferencia; había que verlo.

Kanna virtió la mezcla en un pequeño recipiente y se encaminó hacia Bankotsu.
- Lleva esto. Dáselo beber a la mujer.
Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro del chico.
- Naraku te mostrará quién es.

- ¿Qué ocurrirá si los aldeanos deciden atacarnos?.
La voz de Jakotsu tomó por sorpresa a Kagura, ella no esperaba que la diferencia fuera nula.

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