Capítulo 48

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- Entonces... ¿qué es lo que soy realmente? No soy humana ni demonio, mucho menos un mitad demonio. Tampoco soy un ser que emana energía pura, pero aún así puedo sentir calidez en mi pecho.
¿Qué es lo que soy realmente? Acaso, ¿Soy un ente que vaga por la tierra sin encontrar su lugar en el ciclo de la vida? Acaso, cuando todo esto termine, ¿yo también dejaré de existir?...
¿Qué es lo que soy realmente?...

Las palabras llenaban su mente conforme sorteaba los obstáculos ante ella: ramas, rocas, arbustos, incluso animales corriendo de aquí para allá. Su cabeza daba vueltas, temía estarse volviendo demasiado blanda.

- Dakotsu...
La voz de Kanna llamó su atención. Ella cortó los pasos que las separaban y se colocó ante la pelinegra, mirándola con aquellos grandes ojos blancos.
- La sacerdotisa sospecha algo.

Esas palabras fueron como un baño con agua helada, la joven se detuvo en seco y un escalofrío recorrió su espalda. ¿Qué era esto que sentía? ¿Estaba asustada? ¿Asustada de ser descubierta y posiblemente asesinada luego? O ¿Asustada por tener que involucrar a Kagome en esto? Lo segundo no debería de importarle, después de todo, ella solo era un ser más que se atravesaba en su camino.

- Pero ella te salvó. Pudo haberte dejado sola cuando estabas enferma, pero no lo hizo.
Una parte consciente, una parte donde su corazón aún seguía manteniendo esa humildad que poseía cuando niña la hizo dudar. Ya no estaba segura de lo que tenía que hacer, estaba confundida.

- Malditos sentimientos humanos. Los odio.

Apretó los dientes con fuerza, la decisión nubló su mente y miró a la pequeña albina.
- Vayamos a la cueva de los lobos, tengo una idea.

La cuestión en general, siempre se trata de conseguir almas. No solo para crear el ejército que tanto anhela, sino para que su cuerpo crezca en poder.
Tener un cuerpo humano era una cosa muy delicada, muchas veces no aguantan completamente un cambio tan brusco o que una entidad poderosa crezca en su interior. Dakotsu sabía que la única forma de que aquel cuerpo se volviera inmortal, era alimentando su propia alma y haciendo crecer sus poderes. De este modo, ella sería imparable.

- Ah, así que volviste.
Volteó buscando a Kanna cuando oyó aquella voz, estaba segura de que se trataba del chico llamado Kunai. Esperaba que no haya visto a su acompañante.
- La última vez que estuviste aquí, tenías un aspecto bastante lamentable.

Una sonrisa de lado apareció en el rostro del chico, la luz del sol enmarcó perfectamente sus facciones haciendo que sus ojos bicolores brillaran con intensidad. Su pelo estaba alborotado, con unas cuantas hojas y ramas colgando de los mechones, él se acercaba a ella como si de un depredador se tratara. Dakotsu solo podía mirar. El chico extendió una mano y la acercó al rostro de la pelinegra, pero no hizo contacto con su mejilla, sino más bien con uno de los mechones oscuros que caían a los costados de su ovalado rostro.

- ¿Tienes miedo, Dakotsu?
Mencionó de repente el chico, esto hizo arrugar un poco el ceño de la joven.
- Las niñas buenas, en especial las bonitas, no deberían de andar por estos parajes solas. ¿Me permites acompañarte?.

Esto confundió mucho a la pelinegra ya que no había visto al joven hombre lobo así la primera vez, parecía despreocupado y juguetón, algo que la inquietó de sobremanera.

- No necesito compañía. Aún así, agradezco el ofrecimiento.
Mencionó la chica y se zafó del tacto de su contrario, estaba dispuesta a marcharse cuando sintió que su muñeca era tomada por Kunai.
- Sueltame.

- Es mejor que la sueltes, hermano.
La gemela apareció de la nada saliendo de entre los arboles, con un par de jóvenes lobos llevando lo que parecían cubetas de agua.
- Kunai, sueltala y olvidaremos que esto ocurrió. ¡Compórtate!.

- Pero si se ve tan apetitosa, tan dulce...
La mano que sujetaba fue elevada hasta sus labios, estaba a unos centímetros de dejar un beso sobre el dorso de Dakotsu cuando un golpe lo hizo soltarla y retroceder unos cuantos metros. No había quedado lastimado, sin embargo, estaba sorprendido.

- ¿Y así te haces llamar hijo de un líder? Al parecer ese lobo pulgoso no te enseñó cómo tratar a una mujer.
Unos mechones largos y blancos nublaron por unos momentos la vista de la menor, estaba confundida por todo lo que estaba ocurriendo. Elevó la mirada hacia quien la había ayudado a salir de aquel aprieto. Túnica de ratas de fuego, el color carmesí en ella era bastante llamativa; orejas de perro y una mirada que se posaba en el chico que había mandado para un costado. Sin mirarla a ella exactamente, habló.
- ¿Estás bien?.

Dakotsu no entendía el porqué lo había hecho, pero odió aún más la situación. Estaba por mencionar algo, algo como que no necesitaba ayuda o similar. Pero nuevamente, el Hanyo se adelantó.
- Deberías ser más cuidadosa. Kagome se preocupa por ti día y noche, inclusive a veces no duerme para cuidar de tu salud. Hoy en la mañana, la encontré observando tu cama y decidí seguirte.
No te emociones. No lo hago por ti, pequeña mocosa, solo lo hago por ella. Porque le importas.

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