Capítulo 38

49 5 0
                                    

La tarde pasó en un suspiro, había vuelto a la aldea a almorzar un poco y nuevamente se dirigió a la tumba. Pero por más que siguió buscando, ya no encontró más fragmentos que desprendieran aquella energía necesaria.

Ahora se encontraba bajo un árbol, comiendo una manzana mientras su mirada estaba en la niña albina que se sentaba cerca de algunos arbustos.

Se veía tan pequeña, tan inocente, pero a la vez desprendía algo que haría helar la piel a cualquiera. Más para Dakotsu, aquello le resultó bastante común. Como si no sólo estuvieran ya acostumbrada a Kanna, -cosa que ya era así- sino más bien, era como si toda su vida se redujera a ese momento. Como si toda su vida, hubiera estado haciendo aquello.

- Dakotsu...
Interrumpió la niña los pensamientos de su contraria. Se puso de pie a la par que la pequeña y mientras la albina se acercaba, la pelinegra se preguntó qué habrá ocurrido para interrumpir la paz de su compañera.
- No podremos continuar así, debemos irnos.

- ¿Qué?.
Respondió automáticamente.
- No podemos. La anciana Kaede me tiene vigilada por mis constantes ataques de fiebre por las noches, además de que no tendría una excusa perfecta para irme, ya no tengo a mi familia y ellos lo saben.

Ambas se observaron por unos momentos, calculando la situación y pensando cuál podría ser la mejor opción. Hasta que Dakotsu recordó algo muy importante.

- Aún necesito las almas...
Soltó de repente haciendo que su contraria asintiera un poco a la par que la pelinegra recordaba que el único motivo por el cual Kanna estaba con ella, era porque había robado el alma de su tía para dársela.

Eso debió causarle algo de dolor en el pecho, más lo único que sintió fue algo similar a la desesperación al caer en la cuenta de que todo sería en vano si no las conseguía.

Después de pensarlo un poco más, calculando los pro y los contra de quedarse allí. Tomó una decisión.

- Nos vamos al caer el sol.

La 8vaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora