ᵉˢᵖᵉᶜⁱᵃˡ "ᶜˡᵃᵛᵉˢ ᵖᵃʳᵃ ᵉˡ ᶠⁱⁿᵃˡ"

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Dakotsu abrió los ojos. Sentía su cuerpo completamente entumecido, se preguntaba cual sería el motivo por el que, tras intentar moverse, lo único que lograba era pequeños movimientos.

- Dakotsu.
Oyó su nombre ser llamado, sus orbes oscuros se desviaron hacia donde la voz llamaba y se encontró con los ojos azules oscuro de Bankotsu. Parecía algo preocupado.
- Por fin despiertas. Parecías tener una pesadilla.

El Guerrero estiró la mano y acarició su frente, pasando el mechón que caía sobre su rostro a detrás de su oreja. Al parecer, su cabello se encontraba esparcido en largos menciones sobre la almohada.

- ¿Dónde estamos?.
Preguntó de repente. Mirando hacia el techo sin poder reconocer nada, parecía demasiado moderno. Parecía como si estuviese soñando. ¿Qué era lo último que recordaba? Una luz. Si, eso era. Recordaba una luz en medio de mucha oscuridad, también la voz de Midoriko y el rostro sonriente de Kagome, que a pesar de parecer algo dolida, parecía reconfortarla.

- Estás en tu casa.
Las palabras de Bankotsu la sacaron rápidamente de sus pensamientos. Se sentó y se encontró en una cama acolchonada, con cabecera de color azul claro y sábanas blancas con almohadas del mismo color.

Los orbes de Dakotsu viajaron de un sitio a otro, dejando que su curiosidad tomara lugar al mismo tiempo que trataba de encontrar algún sentido a todo. Se encontró con una especie de escritura en papel adherida a la pared, con colores diversos y un diseño de un árbol de cerezo. En la parte superior, se podía distinguir en letras grandes la palabra Agosto. Año 2021.

- Dakotsu, ¿estas bien? Puedo llamar a Suikotsu si te sientes mal.
El de ojos azules tomó su mano. Era cálida y un poco reconfortante, pero aún así, la chica se sentía completamente perdida. Ladeó la cabeza hacia él, encontrándose con un rostro preocupado. No recordaba como había llegado allí, pero estaba segura. Bueno, casi 100% segura de que se trataba de la época actual, aquella, de la que según había oído, una sacerdotisa había llegado a este mundo.

- Estoy bien. Solo... estoy un poco desorientada.
En parte era cierto y aún no descubría el cómo había llegado allí. Soltó un largo suspiro y bajó la vista hacia donde Bankotsu seguía sujetando su mano, hizo una suave mueca y mientras más tiempo lo miraba, sus mejillas tomaron un color rojizo. Maldijo mentalmente aquella reacción, y aún más cuando se encontró con que el chico la miraba de manera atenta sin despegar la vista. Se sintió pequeña por un momento.

El chirrido de una puerta abrirse se oyó, seguido de algunos gritos de quien parecía Jakotsu. Luego una voz más suave.
- Señora Sakura, mire. Dakotsu ha despertado.
Era la voz de Kanna. Eso la hizo voltear la vista hacia la albina, quien se encontraba parada delante de la puerta. Luego, una figura más apareció y eso causó que un botón de shock fuera activado.

- ¿Dakotsu?.
La voz suave, hizo que las lágrimas cayeran de sus ojos sin poder evitarlo. Bankotsu por un momento no supo que hacer tras ver a la pelinegra ponerse de pie y correr hacia la recién llegada. La mayor fue abrazada fuertemente por la chica, quien escondió su rostro entre sus prendas sin dejar de derramar lágrimas.

- Ma... mamá. De verdad... ¿estás aquí?.
Una oleada de dolor invadió su pecho, al igual que algo que debió de haber sentido cuando la había perdido. Estaba allí, su madre estaba allí y la pobre chica no podía decir más, su voz se negaba a salir y su pecho dolía más que nunca.

Unos brazos cálidos la envolvieron y eso hizo que el llanto aumentara aún más. Kanna decidió acercarse a donde se encontraba Bankotsu, ambos sentados en la cama presenciaban tan emotiva pero a la vez curiosa escena.

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