Capítulo 57

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- ¿Eso significa que ella no sabe nada?.
Preguntó Kagura a la par que caminaba con Kanna rumbo al exterior.
- Eso explicaría el hecho de que decidiera esperar a encontrar las piezas de los 7 guerreros antes que despertarlos así sin más. ¿Por qué no se lo has dicho?.

Kanna negó un poco. Su mirada era ligeramente de lamento, observaba el suelo y no pudo evitar sentirse una traidora.
- Porque esto podría ayudarla a fortalecerse.

Kagura rió de manera audible ante aquella respuesta. Se detuvo ante la albina y apoyó la punta de su abanico contra su propio mentón sin borrar su sonrisa.
- Muy buena excusa. Pero no olvides que así como hizo conmigo, podría irte peor a ti, después de todo, la conoces más y aún así le ocultaste información.

- Lo sé.
La pequeña albina no mencionó nada más, era consciente de lo que había mencionado su contraria, aún así, prefirió continuar caminando y dejar de lado aquella conversación. Lo hecho, hecho estaba y su mentalidad de querer ayudar a la pelinegra seguiría allí a pesar de todo.

- Esto hace que las cosas tarden más de lo esperado. Ella podría haberlos despertado desde ya el momento que obtuvo las almas para el medallón, aún así, al ser ignorante de los acontecimientos que la llevaron a su nacimiento, no es consciente del hecho de que, la mezcla creada para que ella existiera fue hecha a partir de los huesos de los 7 guerreros.
Kagura sonrió para sus adentros en un momento de revelación.
- El medallón es una fuente de poder bastante interesante, pero para Dakotsu, es un amuleto para mantenerla con viva hasta que su transformación sea completada. ¿Qué pasaría si ya no poseyera almas dentro del medallón? Debería de utilizar su fuerza vital para crear más seres por supuesto, para traer más individuos a la vida si él, ella debería de utilizar su propia alma...
Eso la llevó a recordar a alguien del pasado, alguien a la cual se le atribuía aquel mismo actuar bastante interesante... Kikyo. En ese momento, se preguntó si tendrá algo que ver con que Dakotsu necesite almas para fortalecerse el hecho de que Naraku y Kikyo una vez estuvieron ligados en el pasado.

- Kagura. No hagamos esperar a Dakotsu.
Mencionó Kanna ya estando varios pasos adelantada a ella, la mayor asintió y sin borrar su sonrisa, ambas fueron hasta donde la pelinegra las aguardaba debajo de un árbol, desde donde observaba el cielo y lo espléndida que era la vista desde aquella altura.

•°•°•°

Sentía cómo poco a poco el aire faltaba en sus pulmones. Su cuerpo no dolía, pero aquellas patas peludas en serio le molestaban de sobremanera, ni siquiera permitía que alguien más -ajeno a sus padres o hermano- que la tocaran de dicha manera. Siempre se las arreglaba para ganar dentro de una pelea, siempre conseguía liberarse de cualquier aprieto donde se metiera, y ahora... ahora se sentía como una pequeña mariposa a punto de ser devorada por una gran araña.

Observó sin poder mencionar nada más, el cómo aquel ser repugnante pasaba la lengua contra el rostro de la pelinegra a la cual supuestamente debía de proteger... ¿Acaso podría echarle la culpa al hecho de que había escapado por poco del pueblo? ¿Podría echarle la culpa a la fatiga?. Su madre estaría decepcionada.

En un segundo a otro, pareció como si las cosas ocurrieran a una velocidad considerable. Primero habían sido soltadas, segundos después la criatura yacía gritando conforme las pupilas carmesíes de Dakotsu parecían quemarla viva. En ese momento, Katana sintió algo de terror por primera vez en su vida desde que era pequeña.

- Dakotsu.
Katana no podía hablar de la impresión, ella misma se preguntaba si aquella suave voz era suya. Había salido demasiado baja, demasiado temblorosa para ser suya.
Luego de aquello, todo se volvió negro.

...

- Esos ojos... me persiguen...

- Esos ojos... van a alcanzarme...

- Esos ojos... van a matarme...

- Debo huir de ellos...

- Debo alejarme...

- Debo...

Sintió de repente algo acariciar su mejilla, en ese momento, fue como si aquella mujer con forma de araña volviera a por ella, pero esta vez, tenía el rostro de Dakotsu.

- AAAAHHHH!!!!
Gritó lanzando un golpe hacia la dirección de donde calculaba había venido aquella caricia. Esperaba encontrarse con una araña gigante, o tal vez con aquellos ojos rojos que parecían perseguirla desde quien sabe dónde, ahora ya no estaba segura de quién se trataba. Pero en lugar de ello, se encontró estampando un fuerte golpe en el rostro de su hermano, quien luego de ello cayó y retrocedió unos cuantos metros de su sitio para seguidamente tocar su mejilla.

- ¿Acaso enloqueciste?
Cuestionó el joven sobando aquella magulladura, donde la marca del puño de su hermana era evidente y en serio dolía. Además, no solo había dejado una marca notable en su mejilla, sino que también había partido ligeramente su labio inferior haciendo que éste sangrara mientras hablaba.
- ¡Katana, soy yo!.

Katana se incorporó y se sentó en su sitio, observó a su alrededor y notó que se encontraban en la cueva. El aroma familiar de su manada era evidente, eso la calmó un poco.
- Discúlpame.
Mordió su labio inferior y bajó la vista hacia sus manos.

Kunai no comprendió para nada lo que acontecía con su hermana, es más, creyó que realmente le había afectado el hecho de que hubiera golpeado a su hermano.
- Hey, no fue para tanto. Estoy orgulloso de que tengas tanta fuerza como para poder defenderte.
Mencionó sonriendole un poco. Pero cuando se dio cuenta de que su gemela no había cambiado de postura, tomó asiento a su lado y elevó su mirada hacia él tomándola del mentón.
- ¿Pasa algo, Katana?.

La chica negó un poco mirando a su hermano, al cual le dedicó una pequeña sonrisa para poder tranquilizarlo. ¿Cómo decirle que no pudo ni siquiera defender a la chica a la cual debía de proteger?.
- No es nada. Aún sigo un poco confundida, es todo. ¿Y nuestros padres?.

Ante la mención de sus progenitores, Kunai oscureció un poco la mirada.
- El ataque llegó a las cuevas, mamá fue herida, sigue inconsciente pero estará bien. Papá la está cuidando... si no fuera por aquella sacerdotisa...
Katana elevó la mano y eso hizo que su hermano callara, ya sabía por dónde iba el asunto y no tenía intención en indagar sobre el tema.

- Katana, ¿qué ocurrió con Dakotsu?.
Soltó de repente el chico haciendo que las pupilas de su hermana se dilataran al instante. Eso lo extrañó, pero no preguntó nada más pues esperaba una respuesta por parte de su contraria.

En la mente de la chica varias imágenes volvieron a atormentarla... aquellos ojos rojos... no estaba segura de si se trataban de la araña o de alguien más. Sus memorias aún estaba aturdida por lo que había hecho Dakotsu.

Si hubiera sido en una ocasión diferente, Katana no hubiera recordado absolutamente nada. Sin embargo, el hecho de que Dakotsu cayera inconsciente hizo que el lazo que había creado sobre la mente de la chica lobo, se distorsionara como si fuera una pintura vieja ante el agua, causando una confusión mental entre la fantasía y lo que realmente había ocurrido.

- ¿Qué ocurrió con Dakotsu?...
Repitió la peli naranja en su mente. Ni ella misma sabía y mencionar aquellos ojos rojos no ayudaría, así que lo único que pudo hacer en este caso, fue negar.
- No lo sé.

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