La noche era cálida, bastante estrellada y con una enorme luna sobresaliendo de entre las montañas. A unos metros del sitio donde se encontraba, una laguna, lo bastantemente clara como para reflejar el resplandor de todo el cielo, junto con flores de loto flotando sobre el agua y varias luciérnagas creando un pequeño espectáculo de luces sobre cada brote. Era bastante hermoso.
Dakotsu se encontraba sentada y con las piernas pegadas a su pecho, los brazos descansaban sobre sus rodillas a la par que su cabeza contra sus extremidades superiores. Estaba maravillada con lo hermosa que podía ser la vista nocturna, un profundo suspiro escapó de sus labios cuando observó a dos aves abrazándose sobre la rama de un árbol ubicado a unos buenos metros de donde se encontraba. Se preguntaba cómo sería amar y ser amado de dicha manera. Para alguien que solo tenía en mente el plan de un ser sepultado en el pasado, un ser que atormentaba su presente y hacía que dejara bastante desatendido su futuro, era difícil pensar en ello.
- Estaba haciendo guardia y te vi salir.
La voz de un chico la sobresaltó, haciendo que su momento pacífico estallara en una pequeña queja de sorpresa. Elevó la vista hasta donde pudo encontrándose con dos orbes profundos observándola, desde su sitio y gracias a la noche, aquellos ojos parecían igual de oscuros que los suyos. Desvió la mirada volviendo así a su posición anterior y suspiró, no tenía muchos ánimos para hablar. Estaba segura de que el chico no indagaría mucho en sus pensamientos, después de todo, los 7 guerreros preferían estar en su propio mundo... bueno, menos uno.
Bankotsu tomó asiento al lado de la chica, estirando las piernas y que sus brazos hacia atrás hicieran de apoyo a su cuerpo. Él ladeaba la cabeza de un sitio al otro buscando algún indicio que estuviera entreteniendo y dejando sin dormir a la joven.
- Deberías estar descansando, aún no posees todas tus fuerzas. Eso sería bastante distractorio en la batalla, no quiero tener que rescatarte cada vez que no puedas salvarte a ti misma.
Dakotsu no pudo evitar reír ante aquellas palabras. Rodó los ojos y luego colocó uno de sus mechones detrás de su oreja. Volvía a observar la luna, buscando las palabras correctas para contrarrestar las del chico. Pero no encontraba nada. Aún así se preguntaba el por qué él fingía preocuparse tanto -sabía que lo hacía puesto que no se preocupaba por nadie más que no fuera él mismo-, después de todo, era su destino y sería ella quien sufriría las consecuencias... aunque había algo que aún molestaba su interior. Si algo le pasaba a ella, los 7 guerreros y todos los seres que había creado desaparecerían. Si, solo debía ser eso, ella no era nadie para nadie.
Pero el día anterior, él le había dicho a Jakotsu que sentía algo por ella. No era su imaginación, estaba segura de lo que había oído... pero sus anteriores pensamientos volvieron a sumir en niebla aquellas palabras que había mencionado el chico. No debería de pensar en ello.
- ¿Qué es lo que te llama la atención aquí? No le encuentro el encanto.
Mencionó su acompañante borrando sus ideas al instante. Ladeó la cabeza hacia él, se mostraba despreocupado y bastante relajado. No solía verlo de esa manera durante el día, siempre andaba regañando a sus hermanos o incluso a ella misma por no estar haciendo nada de provecho. Como si descansar el cuerpo luego de haber utilizado mucha energía no fuera de provecho, necesitaba hacerlo o ella misma se quemaría con su poder y tal vez volvería a enfermar.
No se había percatado que su mirada aún seguía en el chico, hasta que de repente la luna extendió su esplendor hasta donde ellos se encontraban, dándose lugar especialmente sobre ambos. Ya con aquella luz a su favor, Dakotsu pudo observar en detalle los ojos de Bankotsu durante la noche. Aquellos orbes que aprecian más oscuros que un agujero negro se volvieron más claros hasta tal punto de dejar visible una estela azul, igual de oscuro que el cielo cuando el sol ya casi no da para iluminar la tierra. Aquel azul era hermoso, más con la luz de la luna ayudando.
Dakotsu volvió la vista hacia en frente, sintiéndose levemente sonrojada. Esperaba no haber sido tan obvia, la verdad era que jamás se había quedado a observar las pequeñas cosas ante ella. Sólo desde que había dejado su hogar para sumirse en viajes a quien sabe donde.
- La luna, las estrellas, el lago,las luciérnagas, el canto de los grillos... la vida misma durante las noches. Es realmente encantador.
Escuchó como el chico a su lado se acomodaba completamente sobre la hierba, sus brazos habían sido doblados por debajo de su cabeza y ahora trataba de encontrar el "encanto" que había mencionado Dakotsu.
Lo cierto era que él jamás se había quedado en un sitio, jamás había permanecido lo suficiente como para observar las pequeñas maravillas del paisaje. Suspiró audiblemente.
- Honestamente veo todo lo que mencionas, pero aún así no encuentro el porqué de tu rostro ensoñador. Yo solo veo un paisaje normal y corriente como el de cada noche... aunque bueno, admito que ésta en particular tiene algo diferente, tal vez por ello venga más a menudo.
La chica no comprendió a lo que se refería. Cada noche desde que habían decidido acampar en ese sitio, ella visitaba el lago. Era como un pequeño ritual para poder descansar su alma y serenar su mente, antes de volver al mundo Real donde la consideraban un monstruo y donde su labor era el de crear un mundo perfecto.
Ladeó completamente su cuerpo para poder observar mejor a Bankotsu. Él permanecía observando el cielo, la luna específicamente, como esperando que alguien bajara de ella y le dijera lo que necesitaba saber... o alguien que le dijera que estaba interrumpiendo el momento privado de Dakotsu. Aunque bueno, ni aún así él se iría, últimamente le encanta llevarle la contraria a la chica.
- No comprendo. Cuéntame.
Ella estaba irradiando curiosidad por los ojos a pesar de que no lo demostrara a grandes rasgos. Conocía aquel valle como la Palma de su mano, si hubiera algo diferente, ella sería la primera en saberlo.
- Que cada vez que venga, solo miraré a un costado u otro.
La respuesta no convenció a la chica, así que se cruzó de brazos mirándolo con un ceño fruncido.
- ¡Por favor! No estoy para juegos, por algo vine aquí. Para relajar mi mente y dejar de lado tus estupidos comentarios. Cuéntame.
Bankotsu se sentó derecho, encarando a la pelinegra para luego encogerse de hombros.
- Hasta hace unos segundos parecías más madura. Y luego soy yo quien comienza los berrinches.
Una risa fue bienvenida, pero no bien recibida por parte de la chica. La cual realmente se molestó pero aún así no comentó nada. Solo volvió a su sitio de cara al lago y cerró los ojos mientras trataba de que aquello no se le subiera a la cabeza. No estaba de ánimos para pelear.
- No vendría aquí si mi vida dependiera de ello, pero como dije, miraría a un costado u otro cada vez que ocurra. Ya que solo vendría siempre y cuando tú estés aquí, y observaría hacia el costado donde te sientas para ver cómo el reflejo del cielo te hace ver mucho más hermosa.
Había hecho una pausa. En estas instancias, las mejillas de Dakotsu estaban sonrojadas pero gracias a su posición, evitaba que el chico junto a ella lo notara. Dejando a su alrededor un leve aire de que aquellas palabras no estaban surgiendo ningún efecto.
- Creo que podrías dejar como estúpido a este paisaje en general y tú eres más estúpida por no darte cuenta.
Dichas aquellas palabras, Bankotsu se removió en su sitio para poder acercarse a ella. Estiró una mano y la colocó contra su mentón para poder hacer girar el rostro de Dakotsu hacia él, una radiante sonrisa curvó sus labios cuando la notó sonrojada y con los ojos ligeramente brillantes por lo que parecían pequeñas anticipaciones de lágrimas.
- Estaba en lo cierto.
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¿A que no se esperaban esto?
La idea estaba desde ayer y aproveché para plasmarlo hoy!!
Feliz San Valentín ♡♡♡
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La 8va
Fanfiction7 Guerreros. 1 Secreto. 1 Vida Falsa. 1 Chica. 1 Destino. Al abrir los ojos, te das cuenta de que tu vida no se basaba en lo que creías. A lo largo de tu vida, te han hecho creer algo que no es. El destino te lleva lejos, a encontrar para qué fuiste...