Capítulo 19

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- Kanna. ¿Qué es lo que haces?.
Kagura se levantó de su sitio y se encaminó donde la mencionada, ella estaba envolviendo algo parecido a un medallón entre una túnica negra con detalles blancos.

- Ella lo va a necesitar.
Fue lo único que respondió y Kagura parpadeó.

- ¿Cómo estás segura de que será una niña? Naraku nos dijo que no sabríamos nada de la criatura hasta que naciera y...

- Lo será. Lo sé.
Kanna la interrumpió y terminó de envolver el medallón.
- Ella necesitará esto para armar su ejército.

- ¿Ejército?.
Kagura estaba completamente curiosa.
- ¿Qué es lo que hace éste medallón?.

- El medallón es como un espejo contenedor de almas; el que lo porta tiene la capacidad de revivir y regenerar a cualquier ser, siempre y cuando le dé un alma.

- ¿Un alma? Eso significa...

- El medallón alberga las almas hasta que el portador decida sacarlas y llenar un cuerpo con ellas.

- Comprendo, de esa forma el ser volvería a la vida siendo lo que anteriormente era.

- No, Kagura.

- ¿Eh? Entonces, ¿en qué tipo de ser se convertiría?.

- En algo similar a una extensión. Una que moriría si el portador del medallón muere, cosa que en este caso...

- Sería imposible ya que el portador del medallón será inmortal.
La sonrisa de Kagura se ensanchó y miró a la niña de pelo blanco.
- Me has dejado impresionada Kanna. Una cosa más, ¿cuándo será el momento que éste objeto llegue a ella?.
- Si es que será una niña.
Dijo en sus pensamientos.

- El tiempo lo dirá.
Kanna sabía cuándo sería el momento, pero no se lo diría a Kagura, al menos aún no. Eso había dicho Naraku.

La revelación se le había presentado a él mucho antes de lo previsto, aunque de una forma completamente diferente.

En un sueño pudo observar a los 7 Guerreros en pie junto con alguien más a su lado, un ser cuya aura demoníaca era diferente a la suya; su esencia era más pacífica pero con un poder mucho mayor que el mismísimo Naraku.

Solo era cuestión de tiempo el saber de quien se trataría. De el cómo un individuo naciente de una familia humana puede convertirse en el ser más temido de la tierra.

Las expectativas eran muy grandes; mucho tiempo de entrega merecía verdaderos y positivos resultados.

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- Dakotsu, cariño. No has comido nada.

La noche había caído cuando la niña volvió del monte, estaba empapada de rocío y no se había dado cuenta cuando se quedó dormida hasta que la voz de uno de los aldeanos la despertó.

Chiasa seguía insistiendo en que ella tenía que comer, para una niña en crecimiento y de su edad eso era muy importante.

- No tengo hambre tía, iré a dormir.
Dakotsu hizo un pequeño ademán de disculpas y se retiró hacia su habitación. Al tocar con la cabeza su almohada, la niña quedó completamente dormida y sumida en un profundo sueño.

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