Capítulo 50

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La teoría del Caos dice que, para ciertas situaciones, nunca se puede hacer predicción alguna. Nunca se puede hacer el pronóstico del tiempo más que con unos pocos días de anticipación.

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- Dakotsu, es necesario continuar.
Mencionó Kanna una vez que habían vuelto al bosque el día siguiente. Estaba cansada, lo peor de todo es que era su culpa por no haber podido pegar un ojo durante toda la noche. Estaba pensativa, creía que lo que tenía en mente jamás se consumaría.

Aquellos jóvenes lobos eran molestos, Inuyasha era molesto, todo le molestaba. Pero lo que más hacía que su sangre ardiera era la actitud de Inuyasha, si tanto no la soporta, ¿por qué no la dejaba en paz y ya?.

- No te emociones. No lo hago por ti, pequeña mocosa, solo lo hago por ella. Porque le importas.

¿Sería acaso motivo suficiente? Por primera luego de su familia le importaba a alguien pero, ¿por qué eso le molestaba? Ese tipo de preguntas aún solían atormentarla.

- Kanna, ¿ves ese monte?
La pelinegra apuntó hacia el sitio, donde los árboles eran más altos y gruesos. Parecía un perfecto lugar.
- Comenzaremos allí.

.............

Dakotsu caminaba tranquilamente a través del bosque donde se había encontrado con los gemelos lobo el día anterior, tenía la sensación de que los encontraría allí tarde o temprano.

- ¡Dakotsu!.
Instintivamente volteó para encontrarse con Kunai, quien la miraba de manera tranquila a pesar de que tenía las manos hechas puño. Parecía querer decir algo, pero a pesar de ello, las palabras no tenían intención de salir.

- No necesitas disculparte con lo que ocurrió ayer, no fue gran cosa.
La joven negó un poco y bajó la vista hasta donde el chico la había tomado, su piel contra su muñeca se había sentido extraña ante el contacto. Calidez. Eso era, una calidez bastante agradable. Volvió la vista hacia aquellos ojos bicolores y se encogió de hombros.
- Además, solo era esa cosa lo que te hacía decir cosas raras. No importa.

Kunai en serio quería decir algo. Odiaba que aquello que fuera lo que había aspirado le hiciera soltar estupideces y que ahora, delante de la misma chica, no pudiera decir nada.
- Lo siento. Yo...

- Kunai!!!!
La voz de Katana rompió todo intento de charla normal. El joven lobo soltó un suspiro pesado por la intromisión de su hermana a la par que el fantasma de una sonrisa afilada aparecía en el rostro de Dakotsu.
Su gemela llegó llena de tierra, su hermosa cabellera naranja con detalles negros estaba ahora húmeda y tenía rasguños en los brazos. Tan pronto el mencionado se acercó a ella, Katana tropezó con sus pies cayendo en sus brazos.
- Estamos... estamos siendo invadidos...

La chica comenzó a toser. Al menos sus heridas solo eran superficiales y no tenía alguna fractura o algo así, eso tranquilizó un poco a Kunai, pero aún así, lo consecutivo llamó su atención.
- ¿Invadidos? ¿Por quiénes? ¿Aves de paraíso?.

Su contraria negó para seguidamente ponerse en pie. Había descansado, no lo suficiente pero aún así lo necesario para poder aguantar su propio cuerpo. Su mirada se encontró con la de Dakotsu y abrió los ojos en par mirando nuevamente a su hermano.
- Debes sacarla de aquí. Es peligroso para una humana. Olvídalo, yo lo haré. Tú debes ir a ayudar a la manada.

- ¿Qué ocurre?.
Preguntó Dakotsu con un tono bastante confundido a la par que la mayor la tomaba de la muñeca para poder llevarla hacia los bosques.

- Demonios han invadido el pueblo, han destruido todo y ahora quieren entrar a las cuevas.
Sin más preámbulo, tan pronto las palabras de su hermana fueron soltadas, Kunai salió corriendo hacia donde había indicado la chica, dejando un torbellino de polvo y hojas a su alrededor.

Por el contrario, Dakotsu se dejó llevar por Katana.
- Muy bien Kanna, ahora, el siguiente paso.

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