Capítulo 22

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No supo cuánto tiempo había transcurrido desde que se alejó del lugar del sitio donde boda daba lugar, de haberse quedado sentada observando con duda el precioso medallón en el suelo y de haberse planteado un millón de veces el hecho de qué ocurriría si lo tomaba.

Levantó la vista hacia el cielo, tomando una decisión y posiblemente la más complicada que hubiera tomado en toda su vida.

Ya decidida acercó su mano al medallón y con las yemas rozó los costados dorados de éste, el cual era suave y frío; sin más preámbulos, levantó la pieza con ambas manos y una especie de onda eléctrica recorrió su columna vertebral haciendo que se estremeciera.

- Bien hecho.
Esa era la voz de su abuela, Dakotsu derramó una pequeña lágrima al oírla y una sonrisa apareció en su rostro. La cual desapareció al oír nuevamente la voz pero distorsionada a otra masculina.
- Lo has hecho muy bien.

La niña lanzó el medallón al suelo y observó como el cielo comenzaba a llenarse de nubes oscuras.
- No son nubes de lluvia.
Pensó ella un tanto preocupada.

Lo que ocurrió luego fue lo que la hizo despertar de aquella patética fantasía de que querer oír nuevamente la voz de su abuela. Del cielo, específicamente de entre las nubes, comenzaron a salir horribles criaturas con enormes cuerpos alargados y brazos en forma de tentáculos. Se dirigían a la aldea.

- El medallón me protegerá.
Dijo en su mente sin saber muy bien de donde había salido. ¿Cómo ella sabía que el medallón la protegería?. Sin tiempo de pensarlo dos veces, ella se lo puso y tomó la tela envuelta para luego correr colina abajo rumbo a su aldea.

Al llegar, el caos se había desatado.

Había fuego por todos lados, el altar había sido consumido por completo al igual que un par de chosas y Dakotsu no veía a su madre ni a sus tías por ningún lado.

- Dakotsu!!
Oyó a lo lejos la voz de una de sus tías, era la voz de Chiasa.

- Tía!!
Llamó la niña a su vez, pero no hubo una nueva respuesta así que decidió correr hacia donde la había escuchado sin encontrar nada.

Escuchó un fuerte grito y al voltearse observó a un demonio tomar a un hombre que le era muy familiar entre sus largas uñas. El esposo de Akane estaba siendo asfixiado y la misma gritaba por ayuda, un grupo de aldeanos con sus armas intentaron en vano rescatar al hombre ya que más monstruos se acercaron y atacaron a cualquier persona que se cruzara en su camino, matándolos a su paso.

- Tía Akane!!!
Luego de ese grito soltado por Dakotsu, todo ocurrió bastante rápido.

Una larga cola con espinas se levantó sobre Akane y, en un abrir y cerrar de ojos las espinas habían incrustado completamente el cuerpo de la mujer; los gritos soltamos por su parte desgarraron los oídos de Dakotsu.

- Ti... Tía...
Su voz era en un susurro, un susurro que pareció más bien un pequeño chillido. La niña cayó de rodillas y sus ojos quedaron atrapados sobre el cuerpo de su tía; el hermoso vestido de novia estaba lleno de lodo y sangre. Se supone que hoy sería el día más feliz de su vida.

Dakotsu recordó la escena de aquella mañana, cuando su tía la estaba arreglando.

- Hoy es la boda, ¿lo recuerdas?.

Las lágrimas comenzaron a caer sobre su rostro y ella no pudo evitar que salieran, las dejó correr hasta que ya no quedaron lágrimas por derramar.

Sintió a alguien tomarla por los hombros, por un momento creyó que era uno de los monstruos que venía a llevársela sólo que al voltear se encontró con los ojos llorosos de Chiasa.

- Dakotsu... ¿Estás bien?.
Su tía la abrazó fuertemente y la niña no correspondió a su abrazo, simplemente se quedó quieta mirando en dirección donde las telas blancas, el lodo y la sangre se mezclaban.

- ¿Dónde está mi madre?
Se las arregló Dakotsu para decir, su voz estaba ronca.

Chiasa bajó la vista y más lágrimas brotaron de sus ojos. La pequeña ya sabía la respuesta, pero prefirió oírla de la boca de su tía.
- A Sakura... Sakura ya no está con nosotros.

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