Capítulo 21

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Meses después...

Bueno, el día tan esperado no se pudo evitar. Hoy Dakotsu cumplía sus 13 años.

Akane peinaba el suave cabello de su sobrina mientras ésta tenía la mirada hacia el frente, llevando sus pensamientos en quien sabe donde.

- Cariño, te ves hermosa.
Akane dejó un suave beso sobre la cabeza de Dakotsu y la niña suspiró, ésto hizo que su tía arrugara la frente y la rodeara colocándose delante de ella para mirarla a los ojos.
- Dakotsu, ¿qué ocurre, cielo?.

- Nada. No me pasa nada.
Una media sonrisa cruzó su rostro, no tenía porqué entristecer o preocupar a su tía. Necesitaba cambiar de tema.
- ¿Ya estoy lista, tía?.

- No. Falta algo más.
Dió media vuelta y buscó algo sobre un mueble aledaño. Al volver, los ojos de Dakotsu se abrieron grande en par.
- Ésta peineta ha pasado generaciones en las mujeres de la familia. Mamá Akira lo usó y también Chiasa, y también yo; quiero dártelo Dakotsu, es como la señal de la pureza y del amor. Mamá solía decir que una chica que aún no estaba comprometida, sí o sí debía llevar esto, era la tradición pero, personalmente significa mucho más. Yo... Yo no puedo tener hijos, cariño. Y quiero que ahora tú lo tengas, para que algún día se lo des a tu hija.

- Pero... Tía...

- No Dakotsu, no discutas por favor. Es un hecho, no voy a poder tener hijos y Chiasa no pudo darle a su descendencia porque solo tuvo dos varones.
Deja escapar una pequeña risa y coloca suavemente la peineta negra con un lirio blanco sobre el cabello de la niña.
- Me gustaría que llevaras este adorno hoy en la noche.

- ¿Hoy en la noche? Pero, ¿qué hay hoy en la noche?.
Decía Dakotsu mentalmente mirando a su tía algo confundida, había olvidado algo.

- Hoy es la boda, ¿lo recuerdas?.
Akane parecía una niña con esa sonrisa animada. A pesar de tener ya casi 20 años, por dentro seguía siendo una chica de la misma edad que Dakotsu.

La decoración era realmente hermosa; un altar cuadrado con piso de paja y antorchas en cada esquina, en el centro mismo estaba parada la sacerdotisa de la aldea -de una edad un poco ya avanzada- sonriendo mientras Akane y su futuro esposo se acercaban.

Justo cuando la ceremonia estaba por dar inicio, Dakotsu comenzó a sentir náuseas y se excusó con su madre para correr lejos del gentío. Comenzó a toser, pero aún se sentía muy sofocada.

- Aire...
Pensó y lentamente caminó hacia aquel monte otra vez presionando una mano contra su pecho, cuando estaba llegando divisó una pequeña luz de color violeta claro.

- Dakotsu, ambos se necesitan.
La voz provenía de la punta del monte, de donde se hallaba la luz parpadeante.

- No. ¡Sé que éste es tu plan, Naraku. Pero no voy a caer en él!.
Llegó a la cima encontrando unas telas dobladas y sobre ellas un medallón de plata, con un dije ovalado bañado en oro. Era hermoso y mirarlo demasiado hacía que Dakotsu sintiera la necesidad de tomarlas.

- Solo tienes que levantar el medallón.
Aquella voz era suave, no era la de Naraku. La voz que le hablaba era la de Kanna.

Dakotsu estiró la mano hacia el medallón arrodillándose para que pudiera apreciarla mejor, y la vuelve a retirar rápidamente.
- No. Es muy mala idea. No lo voy a hacer.

Se puso de pie sacudiendo su kimono y se volteó, pero a medio paso escuchó una voz que le llegó hasta lo más profundo del alma.
- Hazlo, querida.

- ¿Abuela?.
Definitivamente era la voz de Akira, su mismísima voz. Aquella que Dakotsu extrañaba inmensamente.
Volteó nuevamente y observó el medallón la voz provenía de allí.

En ese mismo momento tenía una lucha mental. Tenía dos opciones:

1) Dejar de lado lo que oyó e ir a la boda de su tía. O...
2) Cumplir al "capricho" de Naraku y tomar el medallón, aceptando su propio destino. Aunque, eso también significaría volver a ver a su abuela nuevamente; tal vez no frente a frente, pero quería verla y oír otra vez su voz.

La presión en el pecho otra vez, una decisión difícil.
- ¿Qué es lo mejor?.

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